Recuerdos infantiles
Situó sobre la alfombra aquel ejército poderoso, invicto, poseedor de miles de batallas ganadas; y dueño en su corazón, del lugar más acogedor, más cálido.
No había sido honrado convencer con argucias científicas a aquel joven imberbe que cada jueves venía hasta su consulta para asirse a sus respuestas como el último rayo de sol se aferra a las copas de los árboles.
Lo sabía. No había estado bien, pero ¿qué mejor lugar para aquel ejército, que su alfombra cargada de recuerdos infantiles?