sUn ungüento amarillo es el que frente al espejo uso para exfoliarme la piel
y he llegado a notar como de ella también se desprenden las escamas de tus recuerdos.
Estoy limpia de tí, así me siento
y la toxicidad que me provocaba el halo de tu respiración ya no me hace daño.
Mudo la piel, si quieres llamarlo así, como pitón coralina y
los colores que marcan mis contornos ahora se han hecho más vivos.
Reluzco, reflejo el sol que sobre mi superficie se posa
y puedo ver que la sombra que se mostraba como pozo profundo
se ha vestido de diminutas luciérnagas,
pequeñas como motas de purpurina pero blancas y brillantes cual tizas de escuela.
Que bueno esto de que no me interese tu vida, de que ya no ocupes las esquinas de mi casa
donde ahora satisfecha dejo que reposen el polvo y los peces plata.
jueves, 6 de diciembre de 2007
Abriendo ventanas
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6 comentarios:
¡Qué alegría Irene! Nos faltaba tu frescura. Una verdadera maravilla. Enhorabuena.
Última hora:
La media de edad de los que nadan y andan para leernos, baja un poquillo.
¡Bienvenida!
Y un con un relato extraordinario.
Un hogar cargado de esencias nuevas, sin lastres. El no me acuerdo de tí, pero dolida te escribo, me suena a amor, a pinceladas color púrpura y ritmos solemnes de música eléctrica. Hace una mañana preciosa, abramos la ventana, rubia.
A las wennassss tenga la señorita :-)
Se notan las ganas que teníamos eh!
El texto... muy tuyo, nos hacía falta tu pincel con tu particular paleta para completar este cuadro.
Me encanta esta muda de piel cual serpiente, si es que algunos son tan imbéciles como Adán.
¡Me alegra encontrarte por aquí, compañera! ¡Y menuda entrada!
Precioso relato, esperanzador, lleno de vida, de proyectos que están tras la circunstancia que muestras, aunque no los enumeres.
Es la catarsis que, tras la necesaria ausencia, llega cual exorcismo liberador.
Seas bienvenida. La muda de la serpiente es muy sugerente, y el final sorprendente. Enhorabuena.
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