Sabía que la casa no estaba vacía.
El 17 salió apoyándose en el marco de la pared, con los ojos enrojecidos.
Algo después el 9, un tipo bajito, con mucho esfuerzo, pasó por la ventana al jardín, donde pudo volver a respirar.
El 14 salió arrastrándose, casi asfixiado.
Y el 2 fue sacado en camilla.
Pero no era el último: Según su lista, faltaba el 6.
Dorita Merton celebraba fiestas que empezaban y terminaban a la hora exacta que ella establecía. Ni un minuto más ni uno menos.
Numeraba los vasos, los bocadillos y a los invitados. Cuando decía “se acabó, fuera de aquí” lo decía en serio.
Supo, según su lista, que el número 6 aún estaba dentro. Y el gas, si bien era tóxico según el prospecto, no era mortal: Lanzó otra granada.
5 comentarios:
¡Valiente fiera la tal Dorita Merton! Éso es tener las ideas claras y el propio tiempo, sobreestimado.
Muy bueno. Es una flecha, este relato, de las que dan en el blanco. También entra en el lote de los que yo llamo los "malalechemenuíta". Un beso.
¿cuántas granadas piensa usted seguir lánzandonos?. Genial. SAiempre me ha llamado mucho la atención tu gusto por los nombres ingleses(bueno, salvo la forzuda de Paquita, que lástima de mujer, tan fuerte por fuera y tan blandita que un golpeteo del hombre invisible la hace derrumbarse).
Me gusta comenzar a leer el relato y adivinar de quién es antes de mirar al final.¡Es auténtico tuyo! lo descubrí enseguida. Tienes una fuerza especial en tu estilo.
El comienzo es, sencillamente genial. El final, drástico humor negro.
¡¡¡jodía Dorita!!!, espero que no me invite a ninguna de sus fiestas.Me he reido mucho con este relato. Eres sin duda alguna, el que más carcajadas extraes de nosotros. Sigue haciendolo, que nos hace falta
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