El olvido lo traía en mi bolsillo,
el del pantalón, donde suelen estar mis manos.
La condena en la chaqueta, tan vieja,
y el rencor en la camisa, aún con sangre.
Pero me desnudó tu abrazo,
y salió a relucir el perdón,
que curó todas las heridas.
El olvido lo traía en mi bolsillo,
el del pantalón, donde suelen estar mis manos.
La condena en la chaqueta, tan vieja,
y el rencor en la camisa, aún con sangre.
Pero me desnudó tu abrazo,
y salió a relucir el perdón,
que curó todas las heridas.
Publicado por Gabriel en sábado, diciembre 08, 2007
Etiquetas: Gabriel
4 comentarios:
No sé si me equivoco, pero creo que tú eres más de prosa, como yo. A mi encantan los poemas así, libres de ataduras en cuanto a rima o métrica, pero con ritmo interno. Creo que aquí sale el Gabriel más profundo.
Amor desgarrado. ¿Cómo entender el amor si no? Muy bonito Gabriel, y muy nostalgico.
No sé porqué perder el tiempo en disputas y no perderlo en conocernos, en acercarnos, en abrazarnos y romper así todas las barreras.Cuando pierdes a alguien cercano, te das cuenta que sólo somos un suspiro.Me ha encantado porque he visto a ese hombre vencido por el calor de un abrazo.Besos
Me gusta la gente que abraza. Me gustan los abrazos mucho más que un beso o una caricia.
Es el cuerpo a cuerpo, la rendición de brazos caídos y agarrados al otro. Cuando sientes la presión y el palpito, se acabaron las reservas.
Publicar un comentario