POMPAS DE JABÓN
De pequeño le gustaba jugar con las pompas de jabón. Las dejaba elevarse impulsadas con la sola caricia de de su aliento. Se alejaban de él con un vaivén acompasado, que para los ojos de su amigo Javier, era la mejor canción de cuna para dejarse dormir bajo la higuera.
Rafael siempre fue un niño. Ahora, cuando está a punto de cumplir los 90, sueña cada noche que su madre le llama apoyada en el quicio de la puerta.- ¡Rafael a merendar!Aqui tienes el trozo de pan con aceite y azúcar- , y que sus pompas de jabón juegan con el lucero de la mañana
7 comentarios:
Nostalgia y ternura. Juegos de niños en un tiempo en que no se sabe cuándo Rafael es más niño, si de niño, o de abuelo. Esos sueños con su madre son para mí el acercamiento a esa invitación dulce de abandonar este mundo.
Viene usted inspirada, amiga mía. Quedo a la espera de otro regalito de éstos. Un beso.
Me uno al comentario de Isa.
El texto destila una gracia que hace aflorar lo mejor del que te lee, Beli, la capacidad de mostrar sentimientos sencillos y directos.
Gracias y un beso.
Yo me uno también. Qué sencillez y dulzura para contar el recuerdo de lo que uno es. A veces, revivimos la niñez con sólo un olor o un sabor que nos hace viajar por dentro y re-sentir otra vez lo amado. Pompitas de jabón bailan al ritmo de tu aliento, Beli.
¡¡¡Qué bonito volver y encontrar tu casa(blog)con flores nuevas!!!
¡¡¡Qé bonito sentir que las mariposas azules revolotean de nuevo por tu casa!!!
¡¡¡Qué bonito!!!(ojú, parezco sin quererlo la Rosarillo)
Bueno, pos aqui estoy de nuevo, dispuesta a llenar el mundo de palabras hermosas, serenas, tristes, graciosas...
Un ramillete de besos, con sabor a ayer y mañana.
¡Ay Beli de mi corazón!Me has hecho recordar a mi abuelo Enrique que tanto echo de menos cada día más y a esos días de verano en Punta Úmbría de pantalones de hilo celeste y helados del kiosco para merendar.
Bueno Beli, veo que has vuelto y con las pilas bien cargadas. Me encanta porque afianzas tu estilo con esa habilidad que tienes para conjugar el ayer, el hoy y el mañana, con ternura, casi sin darnos cuenta. Tu texto corrobora mi idea: envejecer es acercarnos cada vez más a nuestra niñez más pura y sentida. Un beso.
Un relato muy tierno, Beli. Acabamos convirtiéndonos en los niños que un día fuímos.
Besos.
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