Sentados en la plaza,
con firme y suave mano
sujeto el plato llano
para posar la taza.
Se toma el piñonate,
dulce de pan o tarta,
y se pide la carta
para los chocolates.
El camarero atento,
venciendo la rutina,
buscando la propina,
nos busca un buen asiento.
Los niños, silla aparte;
conversación sin gritos,
siendo en sí misma un arte
para los señoritos.
Para que esto se entienda:
con ser las cinco y media,
montamos la comedia
de un acto: La merienda.
Habla antes el abuelo
pidiendo el café corto,
y una copa de oporto,
fría, pero sin hielo.
La abuela y su ritual:
Su té con leche fría
con galletas María:
La abuela siempre igual.
Mariquilla, mi esposa,
pide menta poleo,
huyendo del jaleo
de complicar la cosa.
Y yo, tradicional,
le pido que me eche
mucho azúcar, e igual
de café que de leche.
Los niños cambian mucho:
Ayer manteca y pan,
antesdeayer un flan
y hoy quieren cucuruchos.
Nos sirven lo pedido
desde la gran bandeja.
No hay una sola queja
a todo lo servido.
Sin que nadie lo indique
avanzan las manitas,
y, estirando el meñique,
se cogen las tacitas.
Japoneses de Kioto,
pidiéndonos licencia,
y con mil reverencias,
nos hacen dos mil fotos.
Y es que la parsimonia
que en nuestra mesa hay,
es una ceremonia
digna de un samurai.
El Sol se nos despide:
Terminamos té y menta
y el abuelo decide
que, hoy, paga él la cuenta.
Volvemos del paseo
temprano: siempre he dicho,
que estaría muy feo
volver de noche al nicho.
A lo nuestro, a lo tonto
del acuerdo que hicimos,
cada tarde salimos
y nos acostamos pronto,
tras acudir puntuales
al café de Macías,
con aires fantasmales,
dando a los orientales
dos mil fotos vacías.
11 comentarios:
Jugador de palabras eres,
nada se te resiste.
Unas veces ladrones y actrices
y otras fantasmas grises.
¿qué decirte? MOSTRUO(márquese la entonación al pronunciarlo,por favó)
¡Qué grande eres, Beli!
Esto sí que hay que ponerlo con entonaciones de las gordas y bonitas.
Besos.
Me has hecho recordar con tu poema muchos momentos felices de mi infancia, que gracias a ti hoy rescato; ese olor a merienda, que no celebra otra cosa que el estar juntos. Los rescato después de mucho tiempo sin reparar en ellos. Gracias y un beso.
Gracias, Isa. Es cierto, intentaba desde el principio rescatar el tiempo en que la familia podía ir a merendar juntos sin prisa y sin rubor. Después el poema, por su cuenta, sólo pudo celebrar reuniones cada tarde con esos espíritus simpáticos, tradicionales y cumplidores de acuerdos, con la noche para descansar.
Besos varios.
Buenas!
Aquí venía a devolver la visita a Beli y me encuentro que es un blog de muchos más escritores: ¡estupendo!
Me ha gustado mucho lo que teneis montado así que con vuestro permiso os enlazo.
A Gabriel, me ha gustado mucho lo que has escrito, lástima que yo nunca tuve a mis abuelos así de cerca para las meriendas, aunque nunca olvidaré las tardes de cafelito con mi tía.
Muchos besos a todos!
Yo empecé soñando con esas tardes de pan con chocolate o leche con galletas al ritmo que vas marcando en cada estrofa. Ya me hubiera gustado que la mano entrañable de un abuelo me acariciara la cabeza mientras comía pero supongo que sus espíritus estaban conmigo, igual que en tu poema. Maravilloso, Gabriel.
¿De donde has sacado eso?¡ Ha sido todo cosecha propia? Chico, creo que deberíamos merendar en condiciones, ja, ja.
Gabriel, no sé dónde tenía la cabeza, pero el lapsus que he tenido con tu poema es "imperdonable"(lo pongo entrecomillado porque sé que sabrás perdonarme).Me quedé con esos recuerdos que me provocó y al final es verdad que me pregunté: "¿dos mil fotos vacías?", pero me dejé llevar y no releí. ¡Vaya tela!
Ahora te digo que GENIAL y que me ha recordado (aunque es mucho más tierno) a "No es serio este cementerio" de Mecano.
Gracias por sacarme de mi error con tanto estilo y disculpa, por favor.
¿Disculpas a la delicadeza?
¡Ni hablar, Isa!
Al contrario, gracias. Y, te aseguro, tenía en la cabeza la canción de Mecano más de una vez al escribirlo.
Besos.
un relato típico de muchas ciudades de España. Besos.
¿Un relato típico de muchas ciudades de España?
Jaaaaaaaaajaaaaaaaa
jaaaaaaaaaaaaajaaaaaaaa
jaaaaaaaaaajajjjjjjjjjjjja.
Lo siento, lo siento, no puedo, me ha dado la risa floja con el comentario último. Me disculpo, me disculpo, me disculpo, pero es que me imagino las ciudades de España...
¡Escritor, qué bonito!
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