-Ni triste ni contento vienes a por mí,
con una idea fija, digo ¿no, Fermín?
-Ay Magdalena, hija, dime en qué te herí.
-Al no decir jamás te quiero ni algo así.
-Que sea una pilinguis, puta, es decir,
no te autoriza a considerarme, en fin,
mujer sin sentimientos y sin pedigrí.
-No entiendo lo que dices, no te veo venir
qué demonios te ha entrado por el magín.
-Pues pasa que estoy harta ya del sin vivir
de que entres en mi vida un día porque sí,
y al día siguiente yo no exista para ti.
-Mira, Magdala, creo que este devenir
sobre tu cama blanda, y tu frenesí
no tiene otro futuro ni otro porvenir,
así que simplifica, si es que hay polvo o fin.
-Quería regalarte un día algo distin
to a tantos otros días, o sea no fingir
amor de revolcones, besos de trajín;
pero no importa, deja, que es mejor así.
2 comentarios:
pobre mujer ¡con lo fácil que es tener un palabra dulce y amable! y no hay manera, nadie aprende.
Chachi colega. Como siempre.
Besos
Qué verdad más gorda y más bien dicha, Irene: Qué poquito cuesta.
Besos.
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