-¿50 euros por una manzana? ¡Usted está loco, señor tendero!
-Pare, pare, tranquilícese. Tenga en cuenta que es una manzana mágica. Tiene enormes poderes ocultos.
-Adiós.
-Volverá por la manzana, se lo aseguro, señor cliente. Pero puede ser tarde.
Al día siguiente.
-Vengo por la manzana, señor tendero.
-No la tengo. La vendí ayer mismo. Lo siento. Se la llevó una mujer preciosa.
En la página cuarenta, la bruja no podía creer lo que oía. Como pudo, convenció a una muchacha pálida para que mordiera una sandía, pero se puso perdido el precioso vestido que llevaba y, atragantada, se levantó de la mesa para volver junto a un grupo de enanos que la esperaban a la salida. En un rincón el señor cliente, un escritor mediocre, no sabía cómo contentar a la bruja.
En el capítulo I del libro del Génesis, una impaciente serpiente al borde de un ataque de nervios se daba los últimos retoques en su camerino para comenzar la función: La manzana estaba, por fin, en su sitio y Todo podía comenzar una vez más.
2 comentarios:
¡Genial!¡Genial!¡Genial!
No has parado de hacernos guiños en este microcuento. ¡Y qué bien hechos!
Estupendo Gabriel ese gazpacho de historias con la manzana de la discordia de por medio. Algo chocante pero interesante el que la bruja de Blancanieves y la serpiente bíblica confabulen a un mismo nivel.
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