-Ya puedo ver bien otra vez, ¡no estoy ciego!, -gritó el abuelo Cosme.
-Demuéstrenoslo, -contestó el yerno, Cayetano, dueño del piso, doblando el periódico.
Don Cosme se agachó y, bajo la media luz del pasillo, recogió un imperdible del suelo junto a los pies de su hija, Nati, que preparaba la cena y no quería disgustos.
-¿Qué? ¿Eh? ¿qué? –preguntó el abuelo, triunfal.
Cayetano permaneció callado intentando recordar una película sobre la II Guerra Mundial.
Don Cosme hizo ver a su hija que tenía un zapato de cada color. Ahí dio un buen golpe.
-Vamos a tomar algo, para celebrarlo -dijo Cayetano.
-Sssi, una cervecita aquí al lado, -dijo Nati, loca de alegría por no tener que freír pescado de noche.
Tras tres pasos iguales, don Cosme abrió la puerta de la calle.
-¡La gran evasión, así se llamaba!, -se dijo Cayetano.
Antes de salir, don Cosme se arregló el pelo frente a la pared.
Cuando cerraban la puerta, el nieto preferido de don Cosme, Blasito, preguntó:
-Abuelo, ¿qué te parece el cuadro que he puesto al lado de la puerta en lugar del espejo?
A don Cosme no lo llevarían a Disneylandia. Por otro lado, Nati ya estaba en el portal y se libró de la fritanga.
Breve nota: En la película "La gran evasión", en un campo de concentración se organiza una huida en la que no puede estar uno de los presos por estar prácticamente ciego. En su desesperación, "fabrica" pruebas de su excelente visión cogiendo un alfiler del suelo cuya distancia midió previamente. Después, para que la realidad sea palpable, otro recluso le pone una zancadilla, no la ve y tropieza, con lo que queda claro que entorpecería la misión incluirle.
Es una escena que tengo grabada por su crudeza no exenta de grandeza, pues el recluso ha colaborado en la medida de sus fuerzas a que escape el mayor número posible de prisioneros.
3 comentarios:
Es la segunda vez que leo este relato y me provoca una ternura infinita el pobre don Cosme, que contrasta con la falta de credibilidad de los suyos, desde el principio.
Muy bonito este cuento.
Me gusta mucho y nos hace reflexionar sobre las minusvalías no aceptadas por los que nos rodean. Además es muy divertido.
Me alegra ver de nuevo el relato que en su día no relacioné con la película, aunque la he visto. Esta vez agradezo la explicación. Todo un acierto.
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