Miré a Neptuno poderoso
elevando sobre sí
su tridente desafiante,
y en mi corazón
tu imagen golpeaba
como la lluvia golpea el cristal
cuando el invierno arrecia
entre las calles moribundas.
Miré a Neptuno poderoso,
elevándose a galope
entre un mar en calma
y otro tormentoso.
Invicto,
vencedor de mil batallas,
mientras yo moría en la noche
de adioses y lágrimas,
ansiando vencer tu ausencia
con esperanzas y mañanas.
Miré a Neptuno poderoso,
lancé la moneda al agua,
sabiendo que era quimera,
fugaz beso de mi alma,
pero como el sol sobre la niebla,
esperé encontrarme tu mirada
sin adioses ni pasados,
sólo cargada de mañana.
Hoy ya no llora mi alma.
Hoy Neptuno ya se calla,
galopa entre un mar violento
y una mar en calma.
Y así vivo hoy
tejiendo de presentes mis horas,
dejando en paz el mañana,
y guardando en mi corazón el pasado,
el pasado que me acompaña.
5 comentarios:
Beli, cuanta fuerza en tus palabras. Más poder tienes tú en tu pluma que Neptuno en su tridente. Sin duda alguna.
Bravo, amiga, bravo.
Una conversación con alguien que pasaba por allí, un dios, como un mejor amigo: Sin negar cada uno quien es.
Un poema épico dentro de un sentimiento amoroso y de recuerdo.
Muy bueno, doña Beli.
Besos.
Ahí, valiente, como a Neptuno te percibo en estas líneas. ¿Sabes?, Neptuno no es valiente porque sí, sino porque le tocó tener que serlo. Así que tranquila, que todos tenemos madera (creo) para sacar nuestros tridentes particulares cuando nos llega la hora.
Preciosa foto. Preciosas palabras.
Muy bueno, Beli. Tiene fuerza, sentimiento, tripas... Juegas bien con el pasado y el presente.
Me gustó mucho, sobre todo los últimos versos.
Besos.
Publicar un comentario