sábado, 7 de febrero de 2009

Venus sumergida II

Yo, velo verde que el fondo del mar cubro
todo lo exploro, todo lo toco.
Lamo quilla de barco, ancla abandonada o pico de gaviota.
El mar es mío y así lo domino.

Ella, musa acuática varada entre corales,
vestigio imperturbable de una historia, de un pueblo.
La encontré en uno de mis viajes, entre las corrientes
y desde entonces también me pertenece.

Nosotros, abrazo eterno de piedra y sal,
simbiosis perfecta, puzzle acabado de texturas, de colores,
amantes cobijados en el tiempo,
esperando que el brillo blanco en el museo de su piel
no nos haga olvidar que antes fuimos un solo cuerpo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué cosa más bonita, rubia. Me emociona tanto sentir a la venus sumergida en tu mar... Tan feliz la adivino, verde sobre blanco, que siento el cosquilleo en su piel marmórea. ¡Qué bonito regalo para una venus varada en tus palabras de musgo, verde pasión.

Gabriel dijo...

No hay mirada sin reflejo por la luz ni puede haber amor sin respuesta de la amada.
Es el poema que duplica en uno a la llamada de la Venus sumergida eternamente. Un poema hermoso que engrandece el anterior. Una cosa bonita de veras.
Besos.

Isa dijo...

Que interesante y hermoso ha sido que nos hayas dado la oportunidad de escuchar la voz de ese buen amante. ¡Qué suerte la de tu Venus!

LaRubia dijo...

Me llena de orgullo saber que la intención con la que fue escrito este poema se ha entendido. Cada día estoy más seguro de que voy por el buen camino y todo gracias a vosotros.
Besos y abrazos

Lola García Suárez dijo...

A mí me ha parecido un canto al amor hermoso y profundo como el mar.