Los tres comenzamos a leer el mismo libro, sacado de la biblioteca: Mamá tenía siempre su marcalibros muy por delante de nosotros y mi hermana y yo nos esforzábamos por alcanzarla, hasta el día en que, sin leer apenas nada durante una semana por trabajo, vimos que su marcalibros indicaba una página mucho más adelantada.
Triunfalmente, le hicimos ver nuestro descubrimiento de su trola al día siguiente, en el desayuno.
Ella tiró de su marcalibros y nos lo mostró: “Voy por la página 114”, pudimos leer escrito a mano por ella. Y lo volvió a guardar de nuevo al azar, en cualquier página
2 comentarios:
¡¡¡qué niños más desconfiados y que madre más lista!!!, bueno, como son las madres: ese sol que nos ilumina cada día, aunque a veces, desde más allá del fimamento.
Preciosa incitación al paraíso individual que nos hacemos cuando nos entregamos a la lectura. Buena idea la de esa madre.
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