El secuestrador parecía tener el control y la policía ya había hablado con la familia. Accedí a ser el intermediario y llevar la maleta con el dinero y sólo sabíamos que la chica, aún medio drogada, llevaría un impermeable amarillo para distinguirla en la estación central, a la hora punta.
La maleta debía ser colgada en el poste del teléfono público situado junto al mostrador central. Pero temíamos que cogieran el dinero y no soltaran a la chica.
A la hora señalada, el secuestrador entró por la puerta norte, empujó a la chica hacia dentro y segundos después entré yo: Todo el mundo llevaba un impermeable amarillo, regalados para las grandes lluvias de Barcelona. No tuve más opción que dejar la maleta y confiar en que la dejaría libre. No tenía alternativa.
Al salir, el coche estaba en la acera con las llaves puestas y el depósito lleno.
Ahí, en algo menos rebuscado, lo pillamos: Pintamos un par de líneas, pusimos un par de señales y el atracador británico no venció la tentación de conducir por la izquierda.
1 comentario:
Ja, ja, ja...
...Genial idea para pillar al británico. Y Genial tu relato, con un final de lujo.
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