Eran diez comisiones creadas
para hacer otras diez cada una;
y tener a las cien ocupadas,
sin buscar ni alegría ni nada
que nos diera en hallar en la Luna
algo más de centellas aladas.
Sin parar de charlar ni un segundo,
su labor: parecer que, reunidos,
elaboran los planes del mundo.
Distraernos de amar, de los sueños,
los soñados y los muy queridos,
desganarnos y poner empeño
en soñarnos también los vividos.
Incansables, emiten informes,
y redactan sus partes diarios;
con sus almas tan tristes, deformes,
no barruntan nada humanitario
y no tose ningún disconforme.
Cuando llega el final de su obra
y muy serios lo cuentan, no hay nada;
más del ciento por ciento, nos sobra.
¿Qué salió de sus mentes?, ¿qué hazaña?
¿Una estrella?, ¿otro sol de mil brillos?
Algo menos, tristezas, patrañas:
¡Un tremendo, aplastante ladrillo!
5 comentarios:
¿Eso es lo que va a hacer el Fondo Monetario Internacional, por la crisis, darnos un ladrillazo? Anda que según tú la llevamos clara. Creo que te refieres a eso, ¿no?
Me temo que hace tiempo lo pusieron a secar y ya está listo para tirárnoslo a la cabeza. Así es.
A mí me parece genial que en estos tiempos se pueda hacer un poema tan contundente al Fondo Monetario Internacional, y que final más bueno.
Poesía a lo prosaico, me encanta. Muy bien escrito con un ritmo bien mantenido sin rima. Yo me pido un ladrillo para tirarselo a los magnates q nos hunden.
Triste tarea, sí, distraernos de amar y apropiarse de nuestros anhelos.
Un billón de dólares se decidió para ellos en la cumbre de Londres, ¿no?
¿Cómo se distribuirá ese dinero?
¡Cuántos países endeudados y sometidos a esa espiral de deudas e intereses constantes!
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