A la consulta psicofláutica a base de correos electrónicos on line del doctor Chechemberg, entró mediante una nota el viernes pasado una paciente con el siguiente historial contado por ella misma:
-Desde niña se me caen los collares. Padezco de cercanía entre los hombros y, justo después de ponerme un collar de regalo (incluso pasa en los pagados por mí) y “ver cómo me queda”, dicho abalorio supera el rodeo de mi pelo, las orejas y más de un ocasional sombrero. Pero es llegar a su sitio natural rodeando el cuello y no tarda en quedar como un marcador del territorio de mis pies. Aconséjeme algo, usted que cobra tanto y tan bien.
-Señorita paciente primera de hoy. Dado que el problema estructural al que alude es óseo y por sí mismo duro de roer, le regalaría una percha, la cual colocaría con sutileza tras su vestido y supondría soporte suficiente sin peligro ni perjuicio para su persona, si bien, por su bien, le aconsejo asesorarse por un mecánico habilidoso o una costurera apañadita, para que cualquiera de ellos “enganche” bien la percha a su espalda, entendiendo con esto la parte posterior de su vestido, salvo unas extraordinarias habilidades de faquir por su parte.
-Gracias, ha sido usted muy amable. Adiós.
-Adiós después de pagar, señorita, que lo que he hecho por usted es una hombrada.
-Muy bien. En la mañana de mañana tendrá usted el pago en billetes pequeños y sin marcar.
-Te lo traes a la pescadería, que la consulta no la abro hasta por la tarde.
3 comentarios:
¡Q ocurrencia!¡Nunca hubiera imaginado un problema de esa envergadura! Pero me gustaría escuchar a la paciente después de tan rara solución ¿Por qué no le preguntas y nos cuentas?
Amigo, estos problemas se te ocurren sólo a ti, y como tú, nadie los resuelve. Un beso y buen verano.
Otra opción podría ser ponerse gargantilla que, aunque no cuelga, favorece mucho. Me encanta cómo nos enseñas a reírnos de los problemas de la vida.
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