De pronto, sin esperarlo, nos quedamos en casa solos, sin las niñas y sin el abuelo. A las primeras se las llevaron nuestros amigos, para un día entero, y mi hermana vino a por mi padre, para pasar juntos el fin de semana en la sierra (una raya en el agua).
Cuando la puerta se cerró, nos miramos cómplices y nos dijimos: ¡al cine ahora mismo! No íbamos desde hacía tres años. Eran las doce de la mañana y en Internet nos aseguraban que, aunque la película empezaba a las doce, había una sala (la quince) que la proyectaba a las doce y media.
Corrimos como locos para llegar a tiempo, cosa casi imposible, si tenemos en cuenta que habíamos de llegar a la ciudad.
Estábamos en la taquilla a las doce y treinta y cinco; todo un récord. Al comprar las entradas nos dijeron que no, que había empezado a las doce y que no se ofrecía ningún otro horario especial. Nos desinflamos, nos frustramos. En fin, “qué le vamos a hacer. Lo hemos intentado”.
Bajamos al aparcamiento del centro comercial, desértico y oscuro como él sólo. Nos metimos en el coche. Álvaro arrancó. Nos miramos. Nos reímos. Paró el motor de pronto…
Estábamos demasiado guapos ese día, y nuestra cama, demasiado vista.
Cuando la puerta se cerró, nos miramos cómplices y nos dijimos: ¡al cine ahora mismo! No íbamos desde hacía tres años. Eran las doce de la mañana y en Internet nos aseguraban que, aunque la película empezaba a las doce, había una sala (la quince) que la proyectaba a las doce y media.
Corrimos como locos para llegar a tiempo, cosa casi imposible, si tenemos en cuenta que habíamos de llegar a la ciudad.
Estábamos en la taquilla a las doce y treinta y cinco; todo un récord. Al comprar las entradas nos dijeron que no, que había empezado a las doce y que no se ofrecía ningún otro horario especial. Nos desinflamos, nos frustramos. En fin, “qué le vamos a hacer. Lo hemos intentado”.
Bajamos al aparcamiento del centro comercial, desértico y oscuro como él sólo. Nos metimos en el coche. Álvaro arrancó. Nos miramos. Nos reímos. Paró el motor de pronto…
Estábamos demasiado guapos ese día, y nuestra cama, demasiado vista.
11 comentarios:
¡Bravo!
Por la complicidad.
Por el momento.
Por saberse ver guapos.
Y por la amortiguación del vehículo.
¡Bieeeeeeen!
Vivan las ganas de... de vivir, qué coño.
:)
¡¡¡Pa¨qué dar más rodeo!!!Aqui te pillo y aqui te disfruto(o sería más correcto decir, aqui nos disfrutamos???).
Gracias por la sonrisilla cómplice que se me ha dibujado en la cara.
Si es que no hay coche incómodo...
Besos.
¡Qué bien contado está! Qué sincero y cercano se siente, y qué final tan apoteósico. La última frase es aboslutamente genial.
Ya veo que a todos nos viene bien una escapada de la rutina.
Gracias por vuestros comentarios.
si señor, eso es salirse de la rutina y lo demas es tonteria.
El cine no fué posible pero fué
mejor disfrutar del coche
Muy bien contado, dinámico y con filosofía, "qué le vamos a hacer". La fábula contemporánea de una parejita para verse por fin solos,y el aquí te pillo aquí te mato del final, te deja un subidón de pública intimidad: paremos el motor.
¡Qué bien!He sentido el nerviosismo del principio y me ha hecho mucha gracia el final, picarona y ocurrente;como siempre.
Un beso para tí,¡guapa!!!!!
Ocurrente y bien contada la escapada al parking. ¡Con qué poquito se puede disfrutar tanto!¡Y a veces nos empeñamos en complicarnos la vida!
Me alegra mucho saber que por haber llegado tarde a por nuestro padre, abandonaste la rutina y te lanzaste a los peligros jajaja.. Me ha gustado mucho. Si el plan B de una sesión de cine fuese siempre este... creo que me dejaría estar más de un día. ;)
Un beso
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