Dada la muy extendida y navideña afición al cante por villancicos en la fonda de doña Bernarda Sanielles y el acompañamiento que se hace a los mismos con un artilugio donde una mano soporta y la otra sube y baja en un frenético ritmo, uno de sus más antiguos huéspedes, el administrativo y soltero don Antonio Pretiles realizó prácticas durante toda su vida con distinto instrumento pero en igual posición y con el mismo esquema de movimiento, obteniendo similares satisfacciones en la parte final de la actividad, que culminaba al alimón con “… que es la noche buenaaaa” por parte de la casera.
4 comentarios:
Ja, ja, ja...¡qué guasa tienes!
¡Ay, la zambomba!
¡En un frenético ritmo!
JAJA.
Muy bueno... y como siempre, un billete para la carcajada
¿Tiene una muy segunda intención ese relato?¿ O es mi mente preversa la que ve a ese Antonio Pretiles marcando el ritmo con otra cosa?
Publicar un comentario