COCKTAIL DEL SALÓN DE DOÑA AMARANTA LERATE.
Tarde del jueves 23072009.
Dado que el cliente de las seis, don Cástulo, había dejado un mensaje en el móvil diciendo que “muy problamente no sabría si tal vez no fuera posible que tuviera seguridad en ir o no a su cita”, doña Amaranta, la cotizadísima Ama Reina, convocó por error a esa hora, y juntos, a dos nuevos clientes, de nombre de batalla los Caracaldo y los Pipermín, los cuales, una vez leídas sus fichas de solicitud de servicios, parecían tener gustos muy similares en su búsqueda de aire para echar alguna de tantas canas.
Nada más ver entrar a las dos parejas al calabozo-consulta, cada uno por una puerta, Ama Reina saltó de su escritorio-potro de tortura e intentó cambiar la hora. Pero para cambiar la hora era muy tarde. Las dos parejas venían con indumentarias preestablecidas, es decir, las mujeres ataviadas de porteros de hockey y los esposos con cofia y tanga verde oliva. Pero el vistazo le dio mucha más información. Ama Reina pensó rápido y de otro salto puso antifaces en los cuatro rostros antes de que sus ojos se acostumbraran a la penumbra de la sala. Resultaron ser sus vecinos de arriba.
Para más INRI, por una tercera puerta apareció don Cástulo perfectamente vestido de lagarterana. Comprobó las trenzas rubias y el lazo rosa en cada una y se dijo que don Cástulo venía “guerrillera” esa tarde. Más que colocárselo, le encasquetó el antifaz.
Este negocio de ama dominante dejaba muy buenos dineros en las tardes de invierno, aunque doña Amaranta trabajaba como costurera en el taller de Conchita Palomares para ganarse la vida. Eso hacía que conociera a todo el pueblo y al revés. Por separado no era un problema la relación extra costura de su consultorio, pero si los clientes se juntaban la cosa se podía dispersar al día siguiente por los casinos.
La clave de aquella tarde fue la adaptación a las circunstancias.
Entró en faena con una mínima distorsión de su voz, y alegando ser una nueva ama la mar de sádica y moderna, estableció la obligación de servir la merienda y consumirla con los ojos vendados a los dos matrimonios y medio que se citaron por error de agenda.
A pesar de que nadie se movió de su asiento, los cinco se fueron pensando que el castigo impuesto a los demás era severo, pero que muy severo, del que sólo él o ella se libraba por los pelos. Ama Reina hacía estallar contra el suelo un cinturón de su cuñada y gritaba cosas tremendas como “¿te he dicho yo que te levantes quizás, nene?” y al pasar junto a cualquiera de ellos lo hacía estremecerse diciéndole “tú tómate todo el chocolate o te vas a enterar, como le ha pasado a uno que yo me sé, justo aquí, a tu lado”. Y vengan chasquidos.
Así los tuvo excitadísimos y entretenidos hasta las siete y media de la tarde.
Les hizo un descuentito a pesar de incluir la merienda, y los despidió por separado con una copita de anís fresquito y unos dulces de pionono. Después echó un rato en el taller de costura, pues tenía faena atrasada.
Fue uno de los mejores y más comentados cocktailes de la historia del pueblo de Piedrasflojas. Y sin dar nombres, sólo mencionando a “la nueva”, lo que engrandeció la leyenda.
6 comentarios:
JAAAAAAAAAAJAAAAAAAA.
Lo siento, yo aquí no puedo. Esta es la mayor perversión sadomasoquista jamás leída por mí.
Tenemos un recibimiento colosal, con calabozo-consulta, escritorio-potro de tortura (sin pasar por alto los nombres, muy en la línea a la que el autor ya nos tiene felizmente acostumbradas) e indumentaria. ¡¡¡¡Vaya pintas!!!!
Después está la sesión propiamente dicha, con merienda -cómo no- y frases durísimas de la costurera-ama. (¡Qué personalidad más completa, la de esta señora!)
Y, por último, la despedida, ¡con anís fresquito y dulces de pionono!
¡¿Alguien ha visto algo semejante?!
Abrazos.
Muchas gracias, Clea, por la fiesta de tus comentarios. Me ponen alegre el corazón y animan a compartir relatillos, ideas e ilusiones.
Un beso.
¿Y cómo podía esa mujer seguir con la costura? ¿no le ponía usar los alfileres para algo más que para fijar la tela? Esto sí que es doble vida con dobladillo incluido. Por cierto, el traje de lagarterana, todo un clásico, siempre funciona. Abrazos.
Esto es un lujo. Ya me tienen que matar a plazos para que no vea y diga que vuestros comentarios elevan al cielo los escritos.
Geniales, Clea y Loli. De encaje de bolillos.
Besos y muchas gracias.
Y lo que yo digo, ¿despues de tanto enredo se van sin dar una alegría al cuerpo? Menuda reunión, y en un pueblito donde todos se conocen tiene aún más mérito ese truculento lugar. Muy divertido Gabriel, no dejas de sorprendernos.Todo un punto esa merendola, jajaja
:)
Gracias.
La alegría es mía. Me encanta leeros, disfruto con vuestro blog.
Besos.
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