EL TRABAJO.
Asistí la semana pasada a la quinta reconstrucción del pueblo de Cantares Locos, con nombre distinto del que tenía para vender más mapas. Y leí el proyecto, que empezaba por una lista de lo más necesario:
- Cárcel con salas insonorizadas para interrogatorios, que lo primero es prevenir.
- Campo de tiro en el parque del jardín de infancia.
- Armarito/camping de lona, con letrero de “Biblioteca” pegado, por si algún sabidillo reclamara falta de atención a la cultura.
Suficiente como para exponer con total rigor lo de trabajar. Con fundamentos:
El origen de los conflictos laborales data, dicen, del Paraíso. Mal ambiente laboral no había, no echemos leña al fuego. El Patrono estaba contento con el envasado de las frutas y Adán lo invitó a su boda. La novia, que no se callaba una, en medio del banquete, se quita el velo de parra de novia y suelta: “¿No dan una paguita extra por casamiento?”. Y Adán, que “calla, que no es el momento”, que ya hablará él lo que tenga que hablar.
Cuando a los quince días vuelven de La Alcarria, encuentran la empresa cerrada y una carta de despido firmada por El Empresario, donde le larga que lo descubrió metiendo la mano en la caja de las manzanas y que por ahí no pasa. “Haberme dicho que no llegabas a fin de mes; a Mí, que soy como un padre para ti, gusano verdoso.” En la puerta, el carro de fuego de la mudanza.
Algo después, el fundamento de la organización laboral está, según los eruditos, en el antiguo Egipto.
Los faraones, para construir sus pirámides adosadas necesitaban mucha mano de obra por lo que las obras duraban. Pero por la mano dura no duraban los obreros al abusar del látigo, del que también los capataces recibían algún que otro golpe con las bolas de las puntas al rebotar las bolas en las bolas propias. Y en la punta.
Ocurría también que el jefe de ejecución de obras era más lento que el de ejecución de obreros, llamado Elmashmatón, que redujo el personal a su cargo, pues se cargó a los cargadores de piedras y además daba cargos a los que se pasaba por la piedra su cuñada, Celia Kontormún.
El más famoso de los faraones, RománRamön, en el primer convenio colectivo, estableció el ascenso por méritos ajenos a la famosa cuñada, el máximo número de latigazos diarios y la proporción de jefes/obreros, para acabar su pirámide con un equipo formado por diez albañiles y noventa jefes de obra. Pero a él se debe que, al mejorar las condiciones laborales, se volviera a usar la palabra abuelo.
Siglos después se negociaron las vacaciones y el derecho a la huelga. A las primeras reuniones no iban los jefes porque estaban de vacaciones. A las segundas reuniones no iban los obreros porque estaban ensayando la huelga. Cuando a la tercera querían reunirse ambas partes, había un hipódromo en el solar donde se fundó la fábrica.
Hoy día, la reivindicativa izquierda ruge en la cara a la derecha que son así, pero que muy así. Los conservadores responden enérgicos que ¡pero ay, como sois a cambio!, lo cual aclara cualquier conflicto de modo definitivo.
3 comentarios:
¡Qué paranoia de relato!No empezaba mal con ese golpe de humor de cambiar el nombre del pueblo para vender más mapas, pero ¿el resto...? ¿poner el campo de tiro en el parque del jardín de infancia? ¡que humor tan cruel!
El origen de los conflictos laborales da para relato propio ¿no?
Lo del tema de los faraones y el látigo. Sin comentarios.
Hay que fastidiarse con los presupuestos municipales que, por otra parte, no son tan raros.
Así que las primeras agitaciones vienen del mismísimo paraíso. ¿Qué diría Marx si levantara la cabeza?
¿Gusano verdoso le dijo? Me parece un horror por Su parte.
¡Pirámides adosadas!
Esto de los egipcios tiene visos marbellíes si me apuras. (Glup)
¡¡¡¿En La Alcarria estuvieron de viaje de novios nuestros primeros padres?!!!
Abrazos.
Bueno: una ensalada de situaciones
variopintas empezando por la construccion del nuev pueblo y
siguiendo con las pirámides, las frutas del paraiso etc. Lo cierto es que yo me he reido de lo lindo
lo cual te agrdezco. un beso.
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