El 24 de agosto de 2012, el matrimonio formado
por Abisinia Benavides Castro y Domingo Echartes Fantúa no se podían ver. Si
bien el día antes se odiaron durante más de dos horas, fue por la mañana del 24
cuando se inició una descomunal batalla de almohadas rellenas de pluma, marca
Tumbanuka que llamó la atención del vecindario, compuesto por dos casas
adosadas que componía, junto a la del matrimonio “del orden alfabético”, toda
la población de la urbanización.
Abi era rápida y punteaba los riñones de Domin,
quien contraatacaba con enormes almohadazos en las orejas, a sabiendas de que así
el sentido del equilibrio se resentía enormemente en su esposa.
El combate se prolongó hasta que la última
lamparita rompible cayó al suelo. Para entonces, el matrimonio ya estaba
esposado y siendo introducido en un furgón policial que los conducía a cumplir
dos años de condena en la prisión federal Noullasplis, sin juicio previo debido
al aparente ensañamiento por relleno excesivo de los reposacabezas conyugales.
De hecho, como eximente-atenuante-minorante de la reclusión, se tomó en cuenta
que cada uno había usado la almohada del otro, lo que suponía que las armas no
habían sido “retocadas” o “modificadas” para la trifulca.
Una vez al mes se les permitía la visita de los
abogados, cada uno en su módulo. Al hablar con el suyo, Domingo le preguntó si
tendría que realizar trabajos forzados.
-Así, es Domin, -respondió cabizbajo el
letrado, un tal Andrade Fensor, abogado de oficio.
-¡Pero, pero…! ¿y a ella, qué le obligarán a
hacer? ¡Es tan culpable como yo!
-No te prometo nada, pero supongo que le darán
el mismo trato. La Ley es clara en eso.
Dos días después, en presencia de sus abogados
respectivos, cada uno en su celda, Abi y Domingo podían leer sus sentencias
firmes: Tras sus nombres, se podía leer con claridad “…condenados a fabricar
almohadas durante un período de no menos de dos años. Ejecútese la sentencia.
Firmado, Floyd Aran, juez.
Sin saber que sus celdas estaban separadas por
un muro común, ambos se apoyaron en la pared, exactamente una mano contra otra.
Los puestos de presidenta y director general de
la compañía Tumbanuka quedaron vacantes durante dos años sin que nadie se
atreviera a ocuparlos. El Consejo de Administración se hizo cargo de sus
funciones durante ese tiempo, durante el cual la producción de almohadas y su
venta subió casi un 20%.
3 comentarios:
¡JA!
¡Vivan estos contextos peculiares y desorbitados! Viva esta prosa inconfundible y CELEBRABLE siempre, por las risas que trae.
¡Aquí un caso claro de trabajo en beneficio de la comunidad!
Abrazos desde esta lluvia pertinaz.
;)
Gracias por los requiebros, el resultado
de la atención amable de tus lecturas,
dando sentido a tanta y tanta locura
que llega a tu pantalla por mi teclado.
¡
:))
¡Gracias!
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