Vendo un año envejecido
de sobresaltos y sustos,
sofocones y disgustos,
que de un enero robusto
después de haberlo vivido,
se nos ha puesto vetusto.
No lo vendo en transacción:
lo que hago es despedida,
vendándole las heridas
a su viejo corazón.
Se presentó de buen modo,
con los mejores deseos,
de ilusiones sin rodeos
y felicidad a todos.
Sé que hizo lo que pudo,
nada malo le reprocho
ahora ante mí, medio chocho,
sin hojas, viejo y desnudo.
Toma tu página roja
de cumplir el año entero,
te doy mérito y espero
olvidarme tu congoja,
e ilusionarme de enero.
Viejo de la paradoja
de morir de calendario:
deja puesta la última hoja
y que sea solidario
el que viene, la recoja
y apunte tu aniversario.
Lo bueno es el que el nuevo viene
con empuje extraordinario,
compartiendo lo que tiene
con el de las blancas sienes:
se ve al trece solidario.
Imitemos a los años.
El joven apoye al viejo,
no le haga sentir extraño.
Cuidado con el espejo:
no faltan tantos peldaños
para arrugarse el pellejo.
No nos creamos tan lejos.
¿la forma? No hacerse daño
y compartir el festejo.
4 comentarios:
¡Qué bueno, Gabriel! ¡Qué certero!Tanto en contenido, como en ritmo, y en forma. Mi enhorabuena porque no tiene desperdicio.Me encanta que le vendes el corazón con ternura a lo que se sabe no tiene remedio, y la recomendación al joven .Ahora bien, que no se repitan esos meses de recortes, que como sigamos así a ver como alcanzamos el verano.
¡Venga, pues, el trece solidario! Y aprenda del que se ha ido. No olvidemos su heridas vendadas y, sobre todo, que no haya sido en vano.
Besos y besos.
No tengo palabras... sencillo, certero y cargado de verdades como puños.
¿Qué sería de esta pequeña casa literaria, sin este guardian amable e incansable? Gracias, mi guardián de las palabras.
Besos de arcoiris
Me alegra mucho que te pares un poquito en casa.
Gracias por las preciosas fotos.
Un beso.
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