Ayer, en el teatro Tamundos, el sociólogo
Kalper Borato Sigado, recién salido –como siempre- de su arresto domiciliario,
demostró con un éxito clamoroso su tesis –nada original pero sí de modo
original- que apoyaba a muerte la relación causa efecto y paralelismo del
Bolero de Ravel y el orgasmo obtenido “o sobrevenido”, in crescendo, acompasado
de modo paralelo a la famosa obra, es decir: en progresión creciente y de vertiginoso
final, como corresponde a dos obras de arte simultáneas.
Para su triunfal prueba Kalper despelotó al
público asistente a la interpretación de la mágica pieza musical situado en el
patio de butacas. Lo hizo además con un orden premeditado sin el menor
convencionalismo, procurando respetar ciertos principios de no promiscuidad, o
bien reduciendo al mínimo dichos principios. Una vez situada la orquesta y con
el director vuelto hacia ella, el sabio alineó en las filas impares a los
hombres, a los que instó a sentarse con comodidad y subir los apoya brazos
para, acto seguido, indicar a las mujeres montar a horcajadas sobre ellos sin
perder un ápice del seguimiento de la música desde el primer instante, para lo
cual hizo instalar una enorme pantalla en la entrada del patio, justo enfrente
del escenario donde las mujeres ya encajadas podían seguir el compás de los
instrumentos.
Conforme avanzaba la obra, salvo un pequeño
error de posición entre dos parejas que supieron recomponer el orden
preestablecido sin tener que parar la sección de vientos, el público de los
palcos –a tenor de la posterior encuesta- afirmaba “sentir” las respiraciones
aceleradas “al mismo tempo y compás que la melodía marcaba”. Se tomó nota para
ello de los “ayes” y “uffes”, y de la progresión en el consumo de oxígeno, dato
éste de una objetividad incuestionable.
En cuanto los platillos anunciaban el apoteósico
final, se produjo un frenesí de pasiones desbordadas, compartido, demostrado,
unificado y pletórico que alcanzó el 98% de las parejas que participaron en el
experimento. El restante 2%, en que no se pudo o no se quiso despegar a la
mujer de su asiento para cabalgar sobre su pareja de la izquierda, adujo
broncas domésticas preexistentes y no resueltas antes de llegar al teatro, lo
cual añadió si cabe más credibilidad a la demostración empírica del Teorema de
Kalper.
La orquesta aplaudió a las 250 parejas
intervinientes y, desgraciadamente, no se le concedió un bis.
Como nota anecdótica, al devolver la ropa a los
participantes, uno de ellos, el señor Dexter Mita, metro noventa y ciento doce
kilos, recibió y devolvió de modo inmediato un tanguita color magenta de doña
Consuelo Pisadas, que no le reprochó el error y le pidió, en cambio, conservar
sus enormes e inmaculados calzoncillos a cuadros blancos y negros con los que
cubrir una pequeña mesita y jugar al ajedrez sobre ella en un futuro. Dado que
los respectivos cónyuges no adujeron nada en contra, la transacción se llevó a
cabo.
El próximo jueves, en el Aula Magna de la
Facultad de Hinflalabolla se reúne el tribunal convocado para calificar
–esperamos que con nota cum laude- el trabajo llevado a cabo por el profesor
Borato.
1 comentario:
Uf, da calor nada más pensarlo¡que ritmo! Esa partitura tiene su así, hay que reconocerlo. El estudio de ese tipo me parece fascinante pero más el que la gente se le preste tan de buen grado a colaborar en situaciones y posturas tan incómodas, jajaja
Publicar un comentario