Doménico Pretzel, dueño de la lavandería Kitapring, conseguía que los primeros días del otoño, cuando la ciudad de
Svientoelad avisaba para pasear sus calles con el abrigo puesto, se celebraran
con gran alborozo por parte de sus clientes al meter sus manos en los bolsillos.
La gran mayoría de ellos, al coger su abrigo del armario después de limpiado y
guardado al llegar la primavera, encontraba en su bolsillo una moneda de
cincuenta céntimos de pelke que, por tradición, se gastaba el último día del invierno en
una taza de chocolate que, de forma inevitable, manchaba las solapas de muchos
de los abrigos, lo que hacía que volvieran a pasar por la lavandería del señor
Pretzel.
El gobierno de Svientoelad agradeció durante muchos años la iniciativa del señor Pretzel para mantener fijo el precio de la taza de chocolate.
5 comentarios:
Eso es marketing y lo demás es cuento...
¡¡buena idea para mantener un negocio!!
¡¡ea, a seguir escribiendo...!!
Es un relato "entrañable", de los que te dejan sabor a chocolate y complicidad entre personajes. Enhorabuena.
¡Me gusta mucho!
¡Tiene alma de cuento!
Un beso.
:)
Gracias por los comentarios. Muchos besos prenavideños.
Ando esperando que cuelgues la portada de tu libro, que conste.
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