El tren llegó con tres horas de retraso debido al temporal de lluvia y viento. Eran las doce de la noche cuando Laura entró en el vagón, comprobó que iba sola en
él. Se acomodó en el asiento, apoyó la cabeza en el respaldo, trató de dormir. No le era
posible, tenía un frío horrible y mucho, mucho miedo.
El tren inició la marcha. A través de la ventanilla veía las luces
lejanas de algún pueblo. Entró el revisor lo que le produjo cierto alivio, qué noche de perros comentó; ella respondió afirmativamente, cuando se marchó sintió más
miedo y más frío. Laura se acurrucó todo cuanto pudo decidida a dormir un poco. De
pronto sucedió algo maravilloso: entró en el departamento una persona muy querida
por ella a la cual creía perdida para siempre. Se acercó abriéndole sus brazos en
los que ella se refugió sintiéndose segura. El miedo y el frio desaparecieron y
con el calor de su pecho tan querido se quedó dormida plácidamente. Cuando el tren
se acercaba a su punto de destino se despertó, y con pena comprobó que había soñado.
Paquita.
1 comentario:
Bonito viaje. ¡Lástima que acabase de esa forma!
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