Bajo la primera capa de barro que quitaron, apareció una imagen sorprendente que no me recordaba a mi padre, con su recta nariz de marqués. Ni a mi tío Pedro, con barba de viejo hidalgo orgulloso y sin fortuna. Pensé en el abuelo, al contemplar sus cejas tan pobladas y su boca, de rasgos duros. Seguro que no era él.
La semana pasada, tras regar y abonar la tierra recordé a los tres: un filósofo, un matemático y un físico. Tres premios Nobel en una misma familia. La cara no era de ninguno de los tres.
Tras mirar con más atención, caí por fin en quiera: La cabeza que asomaba era la de Claudio Mercado, un vecino inoportuno que apareció mientras decapitaba a mi padre, mi tío y mi abuelo.
Una cara sorprendente, pero una gran decepción para mí, que soñaba con sembrar mi jardín con ideas brillantes.
Estoy seguro de que la policía lo entendió.
5 comentarios:
Macabro cuento con vecino inoportuno por medio... ¡si es que los vecinos sólo hacen importunar! Si llego a estar ahí, yo misma te animo:"¡Cárgatelo hombre, cárgatelo!"
:-)))
Para ideas brillante las suyas, las del miembro vivo de la familia. Me encanta esa "malalechemenuíta".
Un cuento de los que te vuelven a la cabeza mientras friegas y piensas: "¡coño, las cosas que se le ocurren al matemático!"
Qué humor negro, qué imaginación (¡y qué pedazo de jardín!).
Me parece a mí que voy a empezar a recelar de las macetas de cactus de la terraza, que pasas mucho tiempo ahí arriba.
Si es que a mí esas espinas me sonaban de algo...
Tu si que eres brillante.
Por cierto, Maria Jose, ya decia yo que detras de una fachada tan distinguida y educada habia algo... turbio.
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