¡¡¡Dios mío, pero qué frío hace aqui!!! Mi pobre amigo Sol no consigue vencer a las nubes que, atrincheradas en el cielo, cercan esta ciudad sin darle la opción de mostrarme todo su colorido.
Los lagos, estanques y demás lugares acuosos, se convierten en pistas de patinaje improvisadas, donde los patos y gaviotas deambulan sin más como antes nadaban por sus aguas.
Hoy hemos visitado Frederiksborg slot. Es un castillo que impresiona al verlo allí a lo lejos, alzándose altivo sobre las aguas de un estanque helado. Las grisáceas nubes coronaban sus torres. En la entrada, y tras atravesar un pequeño puente que cruzaba el foso, una fuente hoy sin agua, callada en su melodía, nos recibía majestuosa. La imagen del patio y el castillo todo, su entrada, sus laterales, sus pequeñas fuentes adosadas a los lados de los muros, sus ventanales... su reloj dorado, sus faunos. Me quedo sin palabras para describíroslo. Hay que verlo.
Los jardines, ausentes de colores vivos, cargados de ocres y grises, envuelven a este lugar en un espacio encantador. Hoy hacía un viento gélido que impedía disfrutar de la estampa en toda su extensión, pero en primavera esto debe ser un castillo de cuento de hadas.
Siempre lo he sabido, pero hoy lo he confirmado: me resulta más difícil vivir sin el calor del sol.
3 comentarios:
Beli, yo te animo a no congelarte, mujer, que mira que aún te queda mucho por ver ahí. Del sol de Sevilla ya te hartarás, te lo aseguro.
Qué preciosidad de castillo nos describes. Te dije que me hicieras un huequito en tu maleta, pero me has dejado en tierra; qué le vamos a hacer. Otra vez será. Un beso, anda. Ah, y gracias por tu comentario en "Luces de Ayer". Me gusta que me digan que reconocen un escrito mío con sólo leer la primera frase. Otro beso.
Nos traes una imagen llena de misterio, que en el invierno llega a la magia. Describes colores para sensaciones y torres para historias. Hasta el frío resulta imprescindible en tu relato.
Aún así, reportera intrépida, te guardamos una ración de Sol para ti sola, para que funda tus encuentros con duendes nórdicos mientras nos cuentas cómo se sueña por allí.
Besos cálidos.
Seguro que más de una vez habré soñado con un castillo así, y mira por dónde tú ya lo has visto. A mí también me hubiera gustado un huequecito en tu maleta.
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