Y allí estaba saltando, bailando, corriendo por toda la habitación... No todos los días se gana la bonoloto ¡Hasta con su complementario! Compró dos billetes a Cancún para quitarse de en medio unos días, y fue a ingresarlo en el banco, antes de que la prensa se percatara de su existencia. El empleado de banca, su marido, no sabía cómo decirle que había olvidado sellar el boleto.
lunes, 28 de septiembre de 2009
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11 comentarios:
Un olvido inoportuno Inma, que desilusion ¿verdad?, con lo bien que lo habría pasado en Cancun,
cosas que pasan. un beso Paquita
¡Inma!
¿No iría su compañero a sellar el de ambos porque lo vio el último día en su mesa y supuso que lo había olvidado?
¡Hay compañeros que hacen esas cosas!
No, ¿no?
¡Qué faena!¿no, Clea? ¿Y se quedaría con todo?
¡Vaya tela de mala fortuna! ¡Pobre mía!
Un buen final, sí señora.
No, Inma, ¡no se quedó con nada!
Recordó que lo había sellado junto al suyo y se lo devolvió, claro.
¡Viaje al Caribe para cuatro!
Yo directamente lo mato, y luego me voy a Cancún con el Curro.
Hay olvidos que son algo más que imperdonables
Y tan imperdonables. Anda que después de la adrenalina, vaya desilusión... ¡el marido no sabría dónde meterse! No sé yo qué castigo eligiría, no lo quiero ni pensar. Qué guasa tienes, Inma.
Bueno, pero al menos tuvo su ratito de felicidad.
Bueno, bueno... estoy esperando alguna crítica construtiva de ese bodrio. ¿nadie se anima?
Ahí le voy:
Nada de bodrio. La historia es buena. La única pega que puede darse es (digo yo) que desgranes el final, que lo expliques. Propongo (por proponer) que se hubiera levantado para tomar café con su mujer y, en el bolsillo de atrás del pantalón apareciera pegado el boleto. Y él sonriendo, tan ricamente.
Besos.
Oye, pues sí. Me parece mejor solución que la mía. De todos modos es un tema topicazo que quería debatiéramos.
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