Chocolatinas.
Peter Moss jamás se metía sólo en una pelea. Actuaba de espectador y era capaz de comer chocolatinas cuando Los Blancos, el grupo de matones formado por Jack, Steven, Paul y Larry, escogía a alguien para ser la víctima de una paliza.
Peter odiaba a su vecino Lionel, un chico más bajo, pero que nunca se echaba atrás y que más de una vez se había resistido a los abusos de Los Blancos.
Aquel día el colegio y la calle llevaban de un lado a otro el rumor de que Jack y los demás iban a por Lionel.
Peter pidió asistir al espectáculo. Insistió tanto que le permitieron pagar doce dólares por ver la sesión. Todo lo que tenía ahorrado salvo lo gastado en chocolatinas.
En el momento señalado, en el sitio previsto, apareció Lionel y un instante después estaba rodeado por Jack, Steven, Paul y Larry.
Cuando alguien dijo “¡a por él!”, Peter se sentó en un cubo de basura como lo hacía en la cómoda butaca de un cine.
Y al ver que Los Blancos con su jefe Lionel al frente, se le acercaban y repetían “¡a por él!”, dejó caer una chocolatina a medio abrir.
6 comentarios:
Me gusta mucho.
¿Aprendería Peter Moss que a veces no es lo mismo planear que planificar?
Besos lectores.
¡Ay, shiquilla!
Abrazo ubicuos.
¡Ay, el vicio del chocolate! Creo que sí; que esta vez le salvaría de esos leones. ¿No?
Ese Paraleernos soy yo, compañero.
Sorprendente final (elipsis incluida).
A ver que cosa pasa con la chocolatina. ¿se tiran a por ella?¿Era algo disuasorio?¿Como acaba Lionel siendo jefe de la panda si iban a por él? Realmente Peter merecía un escarmiento por malo maloso...
Parece un fragmento de cine negro de los 50 en blanco y negro.
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