Todos se miraban con recelo: alguien les dijo que cerca había escondido un tesoro y sería para el que primero lo encontrase; uno de ellos tomó asiento y dijo que él no tenía interés en descubrirlo, estaba feliz con lo que tenía y no ambicionaba más. Él era el poseedor del mejor tesoro, que es la falta de codicia y ambicion.
sábado, 25 de septiembre de 2010
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6 comentarios:
La mayor sorpresa, siempre, será aceptar lo que somos de verdad.
Me da que este relato lo explica de modo cristalino.
Besos.
Pues sí, menudo gozo, sentirnos así de bien con lo que somos.
Abrazos.
Una buena reflexión, Paquita. Más claro el agua.
Un beso.
Me uno a mis compañeros en la claridad de tu escrito, la sencillez y la verdad que encierra.
No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Queda reflejado.
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