El robot Germaine, de la serie Babel II, en
medio de su trabajo, se sintió mal. Dejó como pudo a un lado las 569784
toneladas de acero para la base del puente que construía su empresa y se agachó
como una parturienta.
-¡Eh, tú, chatarra andrajosa! –le gritó su
capataz, Thor López Irún, de la serie Titanio VI-. ¿Es que vas a provocar tú
solo que un puentecito de apenas 19999km se retrase más de una jornada laboral?
Germaine no podía responder. Su centro de
sonidos, incluido el de comunicación oral humana básica, estaba inutilizado.
Ante la escandalosa parada de más de dos
minutos, Thor López hizo lo que nadie recordaba en 14187 años de funcionamiento
de la empresa Lohagoya: darle al botón de parar antes de terminar.
A pesar del desastre de planificación y gastos
añadidos que suponía, Thor consideró los servicios de Germaine a lo largo de su
vida y, al acercarse a su lado no puso el práctica el protocolo de destrucción.
Sólo apoyó su brazo de 666667 toneladas en el hombro de Germaine, que –despilfarrando
sus últimos 64578 megavatios de potencia- bajó los párpados chirriando en señal
de agradecimiento, aunque su jefe pensó que le daba el Sol en los visores.
Tras tomarle el pulso, Thor auscultó los
circuitos básicos de Germaine y descubrió que había estado trabajando toda la
mañana en reserva. Había ido enfermo a trabajar, no había dicho nada y había
empleado en su trabajo toda la energía vital necesaria para sus funciones
básicas hasta el siglo MMMMMMMMXI, como estaba programado.
Dentro de un corro al que se acercaron las
grúas y camiones junto a sus operadores, Germaine hizo ¡pefff! y dejó de funcionar. De una puertecita
lateral de su cuello, salieron unas pequeñas chispas azules.
En casa del dueño de la empresa Lohagoya, su
hijo, el pequeño Pablito Schneider Bocanegra, jugaba con su cochecito con mando
a distancia en el jardín. La tarde anterior, al pasar y verle llorar porque el
coche no andaba, Germaine se sacó su corazón, una pila de 9v y 45gr de peso,
para ponérselo al cochecito y evitar que lo mandaran al desguace. Los humanos
aun conservaban esa práctica.
3 comentarios:
hola acabo de leer tu escrito no se si te llegara porque mi pepe me ha arreglado esto y ahora estoy echa un lio,un abrazo.
¡ Qué cosa tan tierna! Pobre robot que entrega su cida para salvar un coche de juguete. Robot como esos ya no quedan!!!!! Me encanta. Un besote.
¡¡ay,ay,ay,...qué cosita más bonita!!Me ha hecho, puff directamente en mi bateria cardíaca de 7V.
Yo de mayor quiero ser como tú:¡¡PURA IMAGINACIÓN,DULZURA, TERNURA...!!!
Besitos de estrellitas fugaces.
p.d.- por favor, por favor...vamos a vernos YAAAAAAAAAAAAAAA
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