viernes, 10 de mayo de 2013

Desguace.


El robot Germaine, de la serie Babel II, en medio de su trabajo, se sintió mal. Dejó como pudo a un lado las 569784 toneladas de acero para la base del puente que construía su empresa y se agachó como una parturienta.
-¡Eh, tú, chatarra andrajosa! –le gritó su capataz, Thor López Irún, de la serie Titanio VI-. ¿Es que vas a provocar tú solo que un puentecito de apenas 19999km se retrase más de una jornada laboral?
Germaine no podía responder. Su centro de sonidos, incluido el de comunicación oral humana básica, estaba inutilizado.
Ante la escandalosa parada de más de dos minutos, Thor López hizo lo que nadie recordaba en 14187 años de funcionamiento de la empresa Lohagoya: darle al botón de parar antes de terminar.
A pesar del desastre de planificación y gastos añadidos que suponía, Thor consideró los servicios de Germaine a lo largo de su vida y, al acercarse a su lado no puso el práctica el protocolo de destrucción. Sólo apoyó su brazo de 666667 toneladas en el hombro de Germaine, que –despilfarrando sus últimos 64578 megavatios de potencia- bajó los párpados chirriando en señal de agradecimiento, aunque su jefe pensó que le daba el Sol en los visores.
Tras tomarle el pulso, Thor auscultó los circuitos básicos de Germaine y descubrió que había estado trabajando toda la mañana en reserva. Había ido enfermo a trabajar, no había dicho nada y había empleado en su trabajo toda la energía vital necesaria para sus funciones básicas hasta el siglo MMMMMMMMXI, como estaba programado.
Dentro de un corro al que se acercaron las grúas y camiones junto a sus operadores, Germaine hizo ¡pefff!  y dejó de funcionar. De una puertecita lateral de su cuello, salieron unas pequeñas chispas azules.
En casa del dueño de la empresa Lohagoya, su hijo, el pequeño Pablito Schneider Bocanegra, jugaba con su cochecito con mando a distancia en el jardín. La tarde anterior, al pasar y verle llorar porque el coche no andaba, Germaine se sacó su corazón, una pila de 9v y 45gr de peso, para ponérselo al cochecito y evitar que lo mandaran al desguace. Los humanos aun conservaban esa práctica.

3 comentarios:

adelafe dijo...

hola acabo de leer tu escrito no se si te llegara porque mi pepe me ha arreglado esto y ahora estoy echa un lio,un abrazo.

inma dijo...

¡ Qué cosa tan tierna! Pobre robot que entrega su cida para salvar un coche de juguete. Robot como esos ya no quedan!!!!! Me encanta. Un besote.

Peneka dijo...

¡¡ay,ay,ay,...qué cosita más bonita!!Me ha hecho, puff directamente en mi bateria cardíaca de 7V.

Yo de mayor quiero ser como tú:¡¡PURA IMAGINACIÓN,DULZURA, TERNURA...!!!

Besitos de estrellitas fugaces.

p.d.- por favor, por favor...vamos a vernos YAAAAAAAAAAAAAAA