La
televisión está encendida. El reloj de cuco de la pared marca las nueve con su
din-don habitual. Marcelo y Rosalía están sentados en el sofá; él recorre la
pantalla del portátil con su mirada mientras ella lee el libro de pastas azules
que acaba de coger de la mesa auxiliar.
-Marcelo, ¿era hoy el día del sorteo? -pregunta ella mientras le mira por encima de sus gafas.
-¿Qué sorteo? -responde él mientras mira
atentamente la pantalla del ordenador.
-¿Recuerdas el sorteo especial de la
primitiva? Es hoy, jueves cinco.
- ¡Ah sí, creo que era para hoy!
-¿Cómo que crees? -responde ella mientras
bruscamente se quita las gafas.
-Bueno que sí, que es hoy.
-No, tú has dicho que crees, ¿es que no
estás seguro?
-Sí, estoy seguro -responde moviendo la
cabeza.
-¿Dónde está el boleto? -insiste Rosalía
mientras apoya sus brazos sobre la mesa.
-El boleto, ¿qué boleto? Te lo di a ti
-¿A mí?, a mí no me has dado nada.
-¿A mí?, a mí no me has dado nada.
-¡Cómo que no!, te lo di junto al ticket
de la compra y recuerdo que te dije que lo guardaras tú.
Marcelo
deja el ordenador junto a él y Rosalía el libro bocabajo sobre el tapete de la mesa. Ambos se
miran. En la televisión, una presentadora joven y bonita comienza a recitar una
serie de números: “diecinueve, seis, diecinueve, cincuenta y siete…”. El cuco
marca las nueve y media.
-¡Marcelo, son nuestros números! -grita
levantándose bruscamente. Las gafas caen al suelo rompiéndose en mil pedazos.
-¡Rosalía, los cristales!
Ambos
miran al suelo; cientos de trocitos brillantes esperan ser recogidos. La joven
y bonita presentadora sonríe antes de hablar nuevamente.
-Recordamos a nuestros espectadores que
el premio del sorteo para el día de hoy es de CIEN MIL EUROS.
Rosalía
y Marcelo vuelven a mirarse.
-Rosalía, ¿dónde está el boleto?
La
mujer va hacia la puerta. Se gira llevándose las manos a la cara. Mira los
cristales en el suelo. De nuevo vuelve hacia la puerta. Se detiene y mira a su
marido que para entonces ya está junto a ella. El mando de la televisión, el
cuenco de frutos secos y el gintonic acompañan a los cristales. Rosalía se tapa
la boca con las manos. La voz de la
joven presentadora los envuelve.
-Hay un único acertante. El boleto ha
sido sellado esta mañana en el centro comercial “La Alegría”.
El
rostro de la mujer palidece. Su marido la coge por los hombros.
-¡Rosalía, el boleto… los cristales…!
2 comentarios:
¿Sellaron o no su primitiva? Anda que no me queda claro este relato ¿por qué lo llamas los cristales de la suerte? Parece que deja entrever que no llegan a sellar o bien que lo han perdido.
Quizás necesite yo otro café.
no, tú no necesitas otro café... yo necesito otro "reescrito"
Gracias amiga,
besitos de turrón de chocolate
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