lunes, 11 de febrero de 2008

VIVIR A MEDIAS


Recuerdo el día en que, por primera vez, los dos relucíamos a la luz de una elegante vitrina, en una no menos elegante boutique. Nos probaron varias veces; bueno, tengo que aclarar que aún hoy me pregunto, cómo siendo los dos idénticos, la mayor parte de las veces, te tomaban a ti. Siempre fuiste más carismático, esa es la verdad, y la gente lo sentía también así.

Soñábamos con el día en que alguien nos comprase; necesitábamos de un tercero que nos diese la oportunidad de enlazarnos, de unirnos, de acoplarnos a nuestro propio abrigo. Yo imaginaba cada día, la fantasía loca de rozar con la mía, tu cálida piel. He dicho fantasía, y sabes que digo bien.

No nos dejaron amarnos. Nos compraron, sí, y con la mayor felicidad de nuestra vida, abandonamos la boutique. No reparamos en el triste destino que se extendía ante nosotros. Nos compró una mujer muy guapa, de muy buen gusto por el vestir, por la imagen; pero manca.
Ahora sólo te queda a ti, mi amor, esperarme hasta que a la joven hija de nuestra dueña, se le antoje este par de tristes en que nos hemos convertido, y a mí me rescate del fondo del armario, para juntos, dar calor a sus manos delgadas y frías. Mientras, soñaré con el más crudo invierno, acoplados a nuestro propio abrigo.