Atrapas un instante y le propones:
-¿Te vienes a mis ojos, me acompañas?
Y, volando en su nube de fotones,
acepta el trampolín de tus pestañas.
Convences a diafragmas y objetivos,
al zoom con rapidez y un punto fijo;
compones con la imagen acertijos
y pintas realidad de sueños vivos.
Echas la red a miles de Píxeles audaces,
que no huyen cuando ven que los retienes,
multiplican la magia que tú tienes
y componen las fotos que nos haces.
El resto, compartirlo, es el detalle
de generosidad y fiesta celebrada,
cuando quedan para leernos registradas
vivencias de parajes y de calles
y ganas de vivir fotografiadas.
A Beli.