martes, 26 de noviembre de 2013

INSTRUCCIONES PARA ENAMORARSE



Llegada la hora en que nuestra mente fije su atención en  la otra persona, esa que de costumbre se nos sienta  al lado en el autobús, o bien aquella que nos sonríe a diario cuando nos entrega la lista de clientes citados, o tal vez aquel desconocido que de cuando en cuando nos encontramos en el parque cuando salimos a pasear a nuestro viejo y cansado perro y que nos pregunta qué tal va todo y si Terry (nuestro pequeño can) ya dejó de cojear; tal vez sea ese el momento en que debamos desplegar sobre la mesa del salón las instrucciones para enamorarse.
 

Despejaremos el mantel de cualquier objeto que pueda distraer nuestra atención. Colocaremos las gafas de vista cansada sobre nuestro apéndice nasal, la dejaremos caer hasta el extremo de la misma, apoyaremos los antebrazos sobre el tapete y dejaremos caer nuestra mandíbula sobre los puños cerrados. Acercaremos nuestra cara hacia el papel desplegado y leeremos detenidamente. No deberemos perder de vista ninguno de los renglones que se nos muestran, aunque a veces esa letra minúscula y semejante a una fila de hormigas se nos revele dejándonos sin saber qué pone allá abajo, sobre el azulado papel. 


Nuestros ojos mirarán atentos los pequeños y concisos párrafos. Comenzamos a leer pausada y detenidamente mientras nuestra mente divagará, recorrerá las horas de aquel día en que por primera vez la persona se hizo visible a nuestros ojos. Recordaremos entonces detalles insignificantes de su anatomía, ese pequeño lunar junto a la boca, ese tic nervioso de su meñique, ese girar la comisura labial antes de comenzar a hablar; y es entonces cuando, sin saber bien por qué, toda nuestra atención se centrará en aquella relación verbal:


Ø  Compruebe el estado de sus sentidos.

Ø  Ponga a cargar la batería cardiaca que se encuentra situada en el centro de su pecho.

Ø  Engrase el fuelle de sus pulmones que junto a su corazón expandirán su pecho llenando el aire de rítmicos suspiros al recordar la imagen de esa persona.

Ø  Aspire la alfombra gástrica retirando cualquier resto que impida sentir el aleteo de cientos de mariposas en vuelo cuando sus ojos se encuentren con los suyos.

Ø  Y por último, sucumba a ese desasosiego que, no se preocupe, no durará más de seis meses.