miércoles, 4 de marzo de 2009

COMPLEJOS


En la puerta había una gorra negra. Y por más que la invité a que pasara, no llegué a conseguirlo. Me dejaba entrever su angustia al imaginarse rodeada, en el interior de casa por mi familia, todos sombreros de copa.























No sé si seré capaz de transmitir en fotografias mi viaje a Copenhagen; probablemente no, pero...
Ahi os envío algunas de las imágenes captadas por mi cámara. Esa ciudad nórdica, con un tiempo invernal, la guardaré en mi corazón y en mi memoria, como el mayor de los tesoros. ¡Qué suerte querer y que te quieran!¡Qué suerte compartir momentos!

EN UN DESCUIDO.

Me sentí libre al tirar mi fusil a los pies de un soldado enemigo, que me apuntaba a la cabeza. Al darle la espalda, oí cómo él también dejaba caer su arma.

Durante años, nos hemos escrito sin conocer nada más que nuestros nombres. Y al final de cada carta volvemos a recordar que, al regresar para vaciar de munición los dos fusiles, faltaba una bala de cada uno. Dos niños de un pueblo cercano llegaron antes y, en sus juegos, cada uno puso una cerca del corazón del otro.

En el bolsillo de la camisa.

MARCALIBROS.

Los tres comenzamos a leer el mismo libro, sacado de la biblioteca: Mamá tenía siempre su marcalibros muy por delante de nosotros y mi hermana y yo nos esforzábamos por alcanzarla, hasta el día en que, sin leer apenas nada durante una semana por trabajo, vimos que su marcalibros indicaba una página mucho más adelantada.

Triunfalmente, le hicimos ver nuestro descubrimiento de su trola al día siguiente, en el desayuno.

            Ella tiró de su marcalibros y nos lo mostró: “Voy por la página 114”, pudimos leer escrito a mano por ella. Y lo volvió a guardar de nuevo al azar, en cualquier página