domingo, 19 de octubre de 2008

LAS HIJAS DE ZEUS


Ligeritas de ropa y con flores en el pelo. Así deben imaginarse hasta en invierno y aún llevando abrigo, algunos, a las mujeres que tienen una necesidad de actividad sexual superior a la habitualmente reconocida. Digo que las verán de esta forma, por haberles puesto el nombre en cuestión: ninfómanas. Por cierto, ¿cómo se le llama técnicamente al hombre más activo sexualmente de lo común? ¿Requetemachote? Es que sátiro me resulta demasiado suave.
Cualquier adicción es dañina, porque domina nuestra voluntad, qué duda cabe.
Lo que no es a mi juicio normal es que para preservar la infancia, el cartel de una película, Diario de una ninfómana, se prohíba en la publicidad de los autobuses. Vaya tela con la doble moral que parece no admitir como natural una mínima muestra de sexualidad femenina, unida al placer de un cuerpo en bragas, preciosas por cierto.
Con tantas metralletas como ven los niños a diario, en tanta publicidad detestable. Es desconcertante, a mi modo de ver, esta censura. Pero aclaro que se trata de mi visión particular, donde no he podido dejar de lado el sentimiento machista asolapado que percibo tras estas reacciones.