Tengo finales con penas,
donde al bueno encierra el brujo,
abraza a la chica buena
y gana el mal sin tapujos
hacia el final de la escena.
No me quedan los felices,
se han terminado las balas
para cazar las perdices
o le han cortado las alas:
a ver quién va y se lo dice
a las buenas o a las malas.
Hablo del lector, el fiel
atado a la trayectoria,
que no quiere ver la hiel
en colofones sin gloria,
acostumbrado a la miel
para acabar las historias.
Os convoco para eso:
quiero ese broche de plata,
la estampa final del beso
de la chica y el pirata,
o la libertad del preso.
Contad poemas y cuentos,
romances, odas, canciones
de las que llevan los vientos
o anidan en los rincones.
No van a triunfar los buenos
sino en vuestra compañía,
que devuelve la alegría
con esos versos serenos,
cantos y fotografías.