miércoles, 11 de febrero de 2009

El regalo que me hizo Copenhagen

Hoy Copenhagen me ha regalado su mejor estampa:ha amanecido nevado. Al despertarme, una luz diferente a la de días anteriores me hizo sospechar que algo distinto había ocurrido durante la noche. Y así era, hadas y elfos habían tejido un manto blanco alrededor de este mundo que ahora habitaba. Imaginaros, yo que nunca había visto nevar hasta ayer como quien dice, ahora me encontraba frente a tan bella imagen. ¡¡¡Qué hermosura!!!, y ahí me tenéis, sin desayunar y con mi cámara, fiel compañera, en la calle. Paisajes de postal navideña y un frío que para qué contaros, pero eso era lo de menos; no podía dejar de disparar mi cámara, una y otra vez, una y otra vez.¡Qué ilusión!.
Una vez desayunamos nos fuimos hasta el centro de la ciudad, donde una Sirenita descansaba sobre la roca, albergando en su regazo los últimos suspiros de la nevada de la noche anterior. Frío, aire y una nevada tan fina que casi más parecía una lluvia suave. Todo blanco. Nieve. Mi ilusión hecha realidad. Yo no soñaba, todo era real, como la sonrisa de mi sobrina cuando me veía hacer una y otra fotografia.¡Cuánta paciencia la suya y cuánta ilusión la mía!
Qué deciros del canal de Nyhavn, ayer tuve la suerte de captar su estampa con el poco sol que se asomó entre las nubes caprichosas y hoy, el blanco de la nieve sobre los galeotes allí anclados.
No tengo palabras para describir todo cuanto hoy he sentido. He vuelto a ser niña, a soñar, a creer que los sueños, si soñados con ilusión, alcanzan a hacerse realidad.
Copenhagen inicia nuestra despedida con la culminación de un sueño. Y junto a todo esto, mi sobrina, mi tesoro, mi hada madrina en este sueño.