lunes, 24 de marzo de 2008

TU COMPLEMENTO


Ayer pensé todo el día en Teresa, desde el momento en que me despedí de ella, a mediodía. Me preguntaba, mientras bromeábamos, si hoy la volvería a ver.

Ayer no dejé un solo instante de pensar en Teresa; en sus ojos sin brillo, en sus esperanzas derrotadas, y me preguntaba si mis bromas y mis risas, harían de bálsamo, para su alma.

Ayer me dijo Teresa: “Eres mi enfermera preferida.Y la única que me hace reír. Si salgo de ésta, te regalaré algo que te va a gustar”.

Hoy volví a la habitación de Teresa. Todo estaba igual, menos ella, porque ya no estaba.

Se ha ido sin mí, creo que por gratitud. Sabía que la quería y parece que hubiese preferido no causarme ese dolor.

Hoy he vuelto a casa pensando en cómo volver a entrar en esa habitación sin ella.

Hace un rato, alguien ha llamado a mi puerta. “¡Mensajería!”, ha gritado una voz.

He abierto el paquete. Una bolita roja y una hermosa peluca naranja tengo entre mis manos; también mi corazón.

He leído la breve nota que acompaña al paquete:

Para mi enfermera :

No he podido esperar a salir de aquí para hacerte este regalo y me las he apañado para conseguirlo. Me hubiese gustado llevártelo yo y tomarme ese café contigo, como tantas veces hicimos, durante varios años, entre alta y alta.

No es que te haga falta esto, pero sería ideal en ti tal complemento.
Póntelo cuando te dejen (y cuando no, también). Sería para todos la mejor medicina. ¿No te he dicho nunca que te quiero? Pues te quiero, payasita.