miércoles, 14 de enero de 2009

ATREZZO.

-¿50 euros por una manzana? ¡Usted está loco, señor tendero!

-Pare, pare, tranquilícese. Tenga en cuenta que es una manzana mágica. Tiene enormes poderes ocultos.

-Adiós.

-Volverá por la manzana, se lo aseguro, señor cliente. Pero puede ser tarde.

  Al día siguiente.

-Vengo por la manzana, señor tendero.

-No la tengo. La vendí ayer mismo. Lo siento. Se la llevó una mujer preciosa.

En la página cuarenta, la bruja no podía creer lo que oía. Como pudo, convenció a una muchacha pálida para que mordiera una sandía, pero se puso perdido el precioso vestido que llevaba y, atragantada, se levantó de la mesa para volver junto a un grupo de enanos que la esperaban a la salida. En un rincón el señor cliente, un escritor mediocre, no sabía cómo contentar a la bruja.

En el capítulo I del libro del Génesis, una impaciente serpiente al borde de un ataque de nervios se daba los últimos retoques en su camerino para comenzar la función: La manzana estaba, por fin, en su sitio y Todo podía comenzar una vez más.