jueves, 7 de mayo de 2009

Grandes eventos (1).

MÚSICA ESCRATEÑA.

GIRA MUNDIAL.

 

 

 Resumen y anécdotas de los Conciertos número 4, celebrado en el Salón de actos de la Caja de Ahorros Depositados Aquí (la C.A.D.A.), el 4 de agosto de 2003, y el número 1, el mítico del Estadio del Manchester United, el 2 de Agosto del mismo año, con aforo para ochenta mil personas y algún que otro mulo.

La limonada hizo estragos en nuestros corazones y no recordamos nada de los conciertos 2 y 3. Reseñamos cosas, sin más:

-Aquí vamos a dar el campanazo, -se frotaba las manos el empresario Ginés Puma. Ahora usa una crema delicadísima para las manos y en su celda le prohíben acercarse al papel de lija.

Abrió esta vez el grupo Te doy por allí, con un popurrí de legendarias canciones de febrero, marzo y hasta de enero del 2009. Los carrozas lo agradecían. No hubo incidentes hasta el descanso. Eterno descanso del grupo.

Actuaban como teloneros, y lo agradecemos siempre, unos profesionales del telón. Lo agarran estupendamente con unas cuerdas que, tirando con suavidad, permiten guardarlo para el día siguiente. Se evita así que se suene los mocos el guitarrista de Choque Frontal, grupo panameño que lanza sus nuevas melodías directamente a la basura, sin esperar las críticas.

La pasión se desbordaba con los rotundos Bonobús a Plazos y Tridente Comunitario, bandas que consiguen reavivar entre su público el lenguaje para sordos durante unos días después de cada concierto.

En medio, para desintoxicar, unas baladitas. Temas como Tus autopsias las más chachis, o Por muuuucho que me salpiques, sabré quererte, Jesula, devolvieron el sabor de los grandes ritmos al público.

Como final, el empresario guardaba los platos fuertes. El grupo de rock pétreo, la Kostra de la Ostra, con sus temas ¿Que no?, po me voy, o el número uno Pannokomo, Komotu, para dejar paso a la solista Matronna, que atiende partos en diferido después de actuar en directo, casi siempre con la copla Mi niño tiene pedales, con el que el público se come las uñas de los pies de puro delirio.

Con el final de los conciertos, llegaron el éxtasis, el paroxismo y la pasión y la caries de los veinticuatro entusiastas que hasta coreaban las canciones más fuertes. Se recogieron 12.000 kilos de basura no reciclable. Y se las llevaron a casa.

Del cobro de entradas, que llegaron de la imprenta al mes siguiente, no sé nada.

Uno cuenta lo que vio. Inventar, que inventen otros.