jueves, 6 de diciembre de 2007

LA PUERTA

Nunca coronaron mi casa dos batientes.

La rectangularidad siempre venció sobre el medio punto.

Hace mucho tiempo, hubo una puerta partida, que acogía a mis padres, calladamente.

Eran momentos de infancia, de niños que ya eran mayores.

Y sus mayores, también los míos, les aguardaban en el umbral pacientemente.

Después, tras las maderas, comían, trabajaban, reían y soñaban.

Con la certeza de que curtidas manos les amparaban, entre franelas, aperos y ollas calientes.

¡Cuánto me hubiera gustado cruzar el zaguán y estar con ellos!

¡Cuánto hubiera dado por estar un segundo con los que nunca me vieron!

¡Cuánto, Dios mío, cuánto… por mi abuelos!

(prosema)

Abriendo ventanas

sUn ungüento amarillo es el que frente al espejo uso para exfoliarme la piel
y he llegado a notar como de ella también se desprenden las escamas de tus recuerdos.
Estoy limpia de tí, así me siento
y la toxicidad que me provocaba el halo de tu respiración ya no me hace daño.
Mudo la piel, si quieres llamarlo así, como pitón coralina y
los colores que marcan mis contornos ahora se han hecho más vivos.
Reluzco, reflejo el sol que sobre mi superficie se posa
y puedo ver que la sombra que se mostraba como pozo profundo
se ha vestido de diminutas luciérnagas,
pequeñas como motas de purpurina pero blancas y brillantes cual tizas de escuela.
Que bueno esto de que no me interese tu vida, de que ya no ocupes las esquinas de mi casa
donde ahora satisfecha dejo que reposen el polvo y los peces plata.

PRAXIS

El delegado japonés, Rasura Lakara, resbaló al poner el primer pie en la Sala. Con los dos pies por delante, sin soltar su maletín, acabó sentado al revés en su sillón, el segundo por la derecha.  El jabón que le sirvió de patín no pudo ser sacado de la boca del enviado italiano, Ptolomeo Porcistitti, hasta una hora después.

Casi de modo simultáneo, el representante de Industrias Panaderas Coreanas Yokoltopan, se quemó los faldones de su abrigo de Cachemir al pasar por la pequeña llama de gas que mantenía caliente el café y el té previstos para los descansos.

Uno por uno, todos los participantes en la Conferencia Mundial de Seguridad e Higiene en el Trabajo, sufrieron algún percance que cumplía con los objetivos: Inmediatos y de consecuencias casi funestas. Además, por supuesto, inesperados, sin tiempo a borrar la sonrisa idiota de la cara.

El organizador y ponente principal, Antolín Farto, fue felicitado por sus jefes, dado el carácter eminentemente práctico de la  Convención.