viernes, 25 de abril de 2008

EN EL GLOBO.

-Lalo, estate más atento. Que hay mucho viento.

-No me llames Lalo, que me pongo malo.

-Ay qué curioso, Lalo, todo lo que decimos rima. Yo lo veo muy bien.

-Encasni, échate para la derecha según se mira al sol. Que nos vamos a caer.

-¿Padonde dices, guapi?

-Para abajo, a donde va a ser.

-¿Pero no era a la derecha?

-Siii, échate a la derecha, para que no nos vayamos para abajo.

-Oiggg, qué indeciso has sido siempre en la vida, Lalo.

-Como me llames Lalo, me afeito las cejas, Encasni.

-Oicccchhhh, no te me pongas enfardado, que no es para tanto.

-No haber soltado la cuerda, Encasni, si nosotros íbamos en el avión. Este globo era para dos meteorólogos.

-¿Manque no eres capaz de repetir esa palabra otra vez sin atrabagantársete en la epiglosis?

-Quédate a la derecha.

-Pues bueno, pero se me ha pasado por la meninge imaginante que aquí arriba bien podríamos ensayar posturas inicuas y acrobostáticas, ¿o a ti no se te ha ocurrido, Lalo?

-No me llames Lalo.

-Y este tapón negro ¿para qué sirve, Lalo?

-Para que, como ves, vayamos cayendo en vertical, sin que nadie conocido nos espere en medio de ese lago de medio metro de profundidad.

Choffff

-Ay, Lalo, qué bien que hayan puesto en todo el canasto una bolsa de plástico de Galerías Lagracia, porque no me mojo nada los zapatos nuevos de charol.

-Pues yo que me alegro, Encasni.

-¿Tú crees que vendrán a buscarnos?

-No, la verdad, hoy seguro que no.

-Pues digo yo, que ya que no salimos volando por falta de aire, ni nos hundimos por falta de agua, al menos aprovechemos el tiempo entrenando, que luego, el día de la boda, todo es improvisar y darse golpes con los codos en los riñones, al cambiar muy deprisa y a oscuras.

-No, si bien mirado, tienes razón. Pongámonos allá.

-Ay, Lalo, lo que me gusta que estemos de acuerdo.

-No me llames Lalo…