En la calle, un hombre aborda a otro y le saluda.
-Buenos días, amable peatón, ¿podría prestarme dos minutos de su tiempo?
-Eeeeer, bueno, si son dos minutos…
-Sólo le pido que mire estos dos relojes con atención. Uno de ellos es digital y el otro analógico. Compruebe que están en perfecta sincronía con el reloj de nuestro ayuntamiento, que como sabrá está considerado un modelo de precisión.
-Sí, sí que lo están; dígame.
-Le pido que compruebe la cadencia de los segundos. Nada de décimas, sólo los segundos. Dentro de muy poco sonará la campana de la media en el reloj grande y su sonido le ayudará a la sincronía.
-Los veo iguales: uno cambia de dígito al mismo tiempo que se mueve la manecilla que indica el paso de los segundos.
-Bien. Ahora sólo una pregunta más, por favor.
-Sí, diga.
-¿Qué hora es?
El hombre consulta el reloj de su muñeca y contesta:
Las diez y media de la mañana.
-Gracias, muy amable.