sábado, 29 de marzo de 2008

GIRA, GIRA


Abrazas todos mis sentidos. No me abandones. Giras alrededor de cada episodio de mi vida, poniéndole un nombre con mil formas distintas. Me ayudas a retomar imágenes casi perdidas, a plasmar sensaciones, a vestir al fin mi existencia con sonidos cómplices.

No me abandones; sigue llenando mis horas de esas mil notas, de mil colores. Déjame contar contigo, para, con las formas que me brindas, susurrar melodías al abrigo de los recuerdos.

DUP-LUP
La puerta se cerró de golpe. De repente las sombras fueron ocupando todo el espacio; donde antes habitaba la luz, ahora las penumbras dibujaban a regañadientes la figura de Laura. No supo como devolver el golpe, se quedó allí de pié, inmóvil como estatua de sal. Sabía que su corazón seguía latiendo-dup-lup, dup-lup,dup-lup-, lo sentía en su pecho, ése que de un golpe seco había roto la puerta cerrada sin previo aviso. -Dup-lup,dup-lup,dup-lup- lo oía latir, acompasado, rítmico pero solo .

La puerta se cerró de golpe. Fue un portazo seco, inesperado doloroso. Las gentes reían y reían ajenas al latido de su corazón: dup-lup,dup-lup,dup-lup.

¡Qué amargo el sabor de las lágrimas de un corazón herido!
¡Qué vacío insoportable el de unos brazos que se aferran al aire templado del adiós!

La puerta se cerró de golpe. Laura recorrió sus años de ilusiones compartidas. Ahora, sólo le quedaba recordar y mirar de frente hacia el futuro y esperar que de nuevo, la luz del sol inundara la estancia ahora a oscuras.

La puerta se cerró de golpe.

A PROPÓSITO DE UN CARTEL

Abril. Arte, feria, vuelo de volantes, azahar, vida. ¿Muerte? Sí, muerte a diario, con cita previa, cada tarde, a las cinco.

Banderilla y capote; pasodoble y clavel. Todo un ritual (no quiero olvidar las tremendas heridas de quien no está en el ruedo por haberlo elegido. Tampoco me olvido del transporte en cajones de chapa a cincuenta grados o más, kilómetros y kilómetros, durante las corridas de verano).

Espectáculo de sufrimiento que provoca en quien observa, admiración, ovación y divertimento.

Dos mil ocho. No atino a comprender qué ocurre en el cerebro de tanto intelectual aficionado a una “Fiesta Nacional” que a mí me provoca vergüenza. Creo que no hace falta que explique todos los motivos que me llevan a ese sentimiento de absoluto rechazo. ¿Por qué se ponen en tela de juicio las (para mí) aberrantes peleas de perros, ilegales, por cierto, y yo voy a morirme sin ver el fin de esta “cultura”nuestra? Quizá sea cuestión sólo de tiempo, para que surja una tradición y se pague, por ejemplo, para asistir a la “espectacular experiencia” de ver cómo dos animales se descarnan mutuamente, con el consentimiento de una gran mayoría que aplaude.

Y este año, para colmo, un cartel que, a la altura de la agresividad que todos respiramos, muestra a un toro atravesado literalmente. ¿Le parecerá poco al pintor y querrá más? No sé qué pensarán los aficionados. Yo tengo que decir que, cuanto menos, resulta a la vista, estéticamente incorrecto.