domingo, 30 de mayo de 2010

INVESTIGACIÓN HISTÓRICA (1).-

IMPERIO JAPONÉS. FUNDACIÓN.

En los alrededores de Tokaenahua, una aldea de viejos verdes de la provincia de Mitah, vivió durante un tiempo el shogun Mira Kara J Tu, quien se planteó fundar el imperio japonés antes de comer.

-Buenas, -dijo al llegar el señor de la guerra más antiguo conocido, el gran Kalka Maal, un guerrero pensionista, al que se le habían muerto hasta las pieles del abrigo.

-Buenas, -contestó Mira Kara, el anfitrión de la reunión.

Así fueron llegando y saludando los futuros fundadores del gran país del Sol Naciente, junto a sus huestes y sus querindongas.

Lo primero era el reparto de los territorios.

-Mitah pamí, -dijo Helego Ishtón, un hombre analfabeto pero capaz de reunir miles de guerreros en poquísimo tiempo, para morir en menos tiempo todavía. Aunque ellos preferían que no.

-¡Nimi Hitá!, -respondieron a coro invocando el nombre del dios del Reparto-. Nada de quedarte con cincuenta por ciento.

Tras el tercer día quedaban pocos. Al terminar de enterrar a los caducados por las lanzas y las flechas, los diálogos se redujeron a qué escribir sobre los epitafios.

-Poné letra justa. Ni quita ni pon.

El que escribía, algo tarugo, sólo entendió la segunda parte, la que fue hallada por los que vinieron después a vestirse de emperadores. Tomaron el nombre de las lápidas y así nació el Imperio Nipón, con Mira Kara como primer encargado del Palacio de los Espejos y Kalka Maal de conserje para fotocopias.

Hasta aquí el puro rigor histórico.

De lo del Sol Naciente, creo que fue por aquello de levantarse una mañana muy temprano sin persianas y llevarse un fogonazo en los ojos, lo que les acostumbró a tenerlos medio cerrados. Vamos, eso he leído.