sábado, 11 de octubre de 2008

Recordaste que recuerdas

Ahora que vas a morir te llevas una mano al pecho
y te agarras a él esperando que esta bocanada de aire que te queda
sea suficiente como para dejarte recordar cada una de las luces que dieron color a tus días.
Recuerdas la primera palabra que dijiste,
aquella que por ese entonces carecía de significado
pero que con sólo pronunciarla: "mamá",
hacía que esa figura de labios carnosos y aroma azucarado te envolviera de besos.
Recuerdas aquel día en que tu bici resbala, los frenos no funcionan
y aprendes cómo es el golpe seco de tu cuerpo contra el suelo.
Aprendiste también que se puede llorar en las caídas
porque las lágrimas refrescan las heridas.
Recuerdas aquella mañana de domingo en la que abriste el cajón secreto de tu hermana.
Descubriste el tacto suave de la blonda y el encaje,
las bolitas de madera de pino con olor a cítricos y las cartas de un tal Jhon
aún sin entender por qué decía que el aroma a campiña ella lo llevaba dentro.
Recuerdas la primera caricia que te hizo sentir un nudo en el estómago,
aquella que surgió de las manos de tu compañera de pupitre,
todo por querer coger de la caja de colores el mismo lápiz rojo.
Recuerdas la lluvia en un día de playa,todo el mundo corre
mientras tú con los ojos abiertos debajo del agua
ves como se estremece el mar como las cuerdas pulsadas de una guitarra
con cada gota que cae.
Recuerdas la primera noche que te despertó un llanto,
la primera noche en que levantarte de madrugada no fue una molestia
pues el sueño calmado de ese ser al contacto de la nana del latir de tu corazón
te hizo sentir imprescindible.
Recordaste por qué estabas así,
por qué tu decía tu padre que un hombre sin recuerdos es un hombre sin vida,
recordaste que recuerdas
y entonces vuelves a querer vivir.

Microrrelevo 10

MAURICIO Y SUS OLVIDOS

Te prometo que dejaré de enseñarte los dientes, aunque no sé como voy a conseguirlo. Mauricio es como es, y nadie puede hacerle cambiar de opinión. Además para qué. El pobre está a punto de cumplir los noventa y aún no ha entendido que no está bien hacer lo que hace: dejarme por cualquier sitio. Esta vez, te he sorprendido a ti. No debe ser fácil recoger una bandeja y encontrar sobre ella esta sonrisa inexistente que poseo. Porque, ¿qué si no, una humilde dentadura olvidada ,soy yo?.
Tal vez ahora Mauricio entienda, que no podrá morder la vida, si no me tiene entre sus labios.