Ahí van unas... digamos máximas de mi cosecha.
En el patio de tu casa,
cantaba una codorniz
y en sus cantares decía
que tengas un día feliz.
Me quisiste y yo te quise
me olvidaste, te olvidé.
Los dos tuvimos la culpa:
tú primero y yo después.
Casi, casi me quisiste
casi, casi te he querido;
si no es por el casi casi,
casi me caso contigo.