jueves, 5 de noviembre de 2009

PRÁCTICAS.

Dada la muy extendida y navideña afición al cante por villancicos en la fonda de doña Bernarda Sanielles y el acompañamiento que se hace a los mismos con un artilugio donde una mano soporta y la otra sube y baja en un frenético ritmo, uno de sus más antiguos huéspedes, el administrativo y soltero don Antonio Pretiles realizó prácticas durante toda su vida con distinto instrumento pero en igual posición y con el mismo esquema de movimiento, obteniendo similares satisfacciones en la parte final de la actividad, que culminaba al alimón con “… que es la noche buenaaaa” por parte de la casera.

GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA (XIX).

Batalla ideológica del Senado Chino. Centro mismo de Pekín.

-Hola y ya sel mucha confianza la que dalte, esclibano camalada: tú puedes levolcalte pol suelo pala saludo a supeliol y sumal puntos.

-Saludos, mandamás de mieldecita.

-Nomble y númelo del paltido, que a entelalte vas.

-Soy esclibano Tá Cha Lo, númelo 123.456.777. Toma pol allí, a vel si encontlal calnet.

-Pol ahí liblalte de expediente goldo y calabozo muy siniestlo.

-Ahí lleval y a pol matlícula tomal, calcamal.

-Ya te cogelé, lata de alcantalilla. ¡A veeeel, los del fondo, sentalse que empieso disculso! Yo, Uantá Namé La, secletalio total y dueño, oldeno que san telminao del tilón bailes que dulen más de las diez y quince. Tampoco pelmito más a allá de las diez y cualto, que sois muy listillos.

-¡Camalada Cablito!, -gritan los del ala radical del partido.

-¡Camalada Cablito, pelo menos!, -gritan los moderados.

-¡Camalada, un cablito, pol favol!, -gritan los electricistas que revisan las pequeñas instalaciones.

-Dejalse de insultos, númelos antiguos 33.333 y 33.334, que sois muy amiguitos y juntos vais a pical piedlas en cuanto pueda plonucialos bien a pesal de tantos tleses.

-Ahí mandal bolita de papel con dulce esclito poético y a la vez envolviendo un peñasco de catolce kilos, glamo más, glamo menos, –dicen los numerados.

-Qué poco glamoul. Pelo dolel, duele: Decleto dieciséis años sin chicle.

-Pol favó pelmite bailes y tílate al lío, –corean los de antes.

-No me liéis.

-Que no te enlolles, que te ahogues, -sueltan los dos afiliados consecutivos.

-Pues clausulo congleso y tol mundo a tomal pol poniente: levantalse y empezal a salil, a vel si esta vez vacial Salón Celestial de Leuniones antes de un mes.

En esta ocasión, enero del 2007, tampoco hubo tiempo de contar los votos a favor de nadie sabía qué exactamente y Tá Cha Lo volvió a guardar el libro de actas vacío, como siempre.

CONTAR POR CONTAR


Tomo el bolígrafo, que ya daba tiritones de frío por el tiempo que hacía que no lo abrazaban mis dedos (es mi boli de siempre), agradeciéndole los buenos ratos que ambos hemos compartido.

Soy consciente del abandono que ha sufrido por mi parte, pero hoy lo uso para contarle que, sin tener nada especial que contar, cuento con él para contarle que la cuestión es contar. Contar cómo te levantaste, cómo no llueve, con las ganas que tienes de ver, de oír llover. Cómo a tu vecino, el juez del quinto, se le abre la maleta en plena calle, dejando el pijama de Snoopy y el Tuppersex, recién comprado, a la vista de todos; ¡qué putada!

Contar que tienes ganas de contar y no sabes qué, y no sabes cómo. Contar que las ideas se te agolpan en tu cabeza sin acabar de tomar forma. Contar que tu médico te aplaude porque le confiesas que cuando alguien no te contesta a los buenos días, le reivindicas la respuesta diciéndole: “disculpe, pero le he dicho buenos días”.

Contar que no sabes qué hacer con tu poco tiempo libre, de tanto como quisieras hacer, pero que quizá sería conveniente contar más con él, con tu boli digo, que el pobre no se merece un abandono tan prolongado. Contarle además que nadie es perfecto y que ayer tarde, sin poder resistirlo, te compraste un pijama de la abeja Maya. Y sólo eso.